Foto de "La pandemia, la crisis económica y la Unión Europea (y II)" Diario 16 |
Siempre se ha dicho que todo aquel o aquella que ha jugado
al fútbol lleva dentro un entrenador. Yo a eso hasta ahora le añadía que lo
mismo pasaba con el turismo. Todo aquel o aquella que ha viajado por vacaciones
es un técnico de turismo en potencia, capaz de identificar y hacer un plan de
desarrollo para cualquier zona que le parezca curiosa. Aunque solo se lo
parezca a él o ella.
Ahora pasa lo mismo con la epidemiología.
Todos y todas, paisanos o médicos,
especialistas o no, sabemos qué y cuándo se tenían que haber hecho las cosas y
que medidas eran y/o son mejores para luchar en esta guerra.
Como dice una querida amiga mía, también de la profesión (de
las profesiones, mejor dicho), “yo tengo opinión para todo” y, por supuesto, también
sobre la gestión de este episodio de salud pública.
Pero, en cualquier caso, no me correspondía a mi tomar
decisiones y estoy seguro de que quien las ha tenido que tomar (por lo menos
quienes yo conozco) lo ha hecho en todo momento pensando en hacer lo mejor para
todos y en todos los aspectos.
No había un manual detallado sobre cómo afrontar pandemias
en la era de la comunicación y en un mundo globalizado, por lo que no ha
quedado más remedio que ir haciendo el camino a base de dar pasos.
Dos para adelante y uno para atrás, pero avanzando paso a
paso.
Todo ello, con los medios de comunicación 24/7 sobre el tema,
casi siempre alarmando más que ayudando, como ya viene siendo costumbre en los últimos
tiempos, siempre so pretexto de una supuesta y, a mi juicio, mal entendida transparencia y
libertad de expresión.
Bueno.
Lo hecho, hecho está.
Solo nos queda aprender de ello e intentar paliar las
consecuencias negativas de los errores cometidos.
Y esperar a que los ciudadanos sepan valorar a quien ha
trabajado con seriedad y ponderación frente a quienes han visto en esto una
oportunidad para ganar protagonismo o demostrar quien “la tiene más grande”.
Pero, además de opiniones, lo que me surgen ahora son muchas
preguntas.
Tal vez desde el punto de vista puramente médico estemos a
punto de coronar la cima del pico de contagio y actividad del coronavirus (si
no lo hemos hecho ya). Después esas cifras irán bajando, pero desgraciadamente
NO hasta su desaparición, sino que se “asentarán” en una meseta gráfica que
puede durar muchos más meses aún.
Seguirá habiendo nuevos infectados, re-infecciones, recaídas,
afectados de gravedad y muertes.
Sin duda.
Por eso, a mi juicio, a nuestros gobernantes y gestores públicos
les queda lo peor: decidir cuándo damos por finalizada esta etapa de cuarentena
y confinamiento y en qué condiciones.
Cuando pasamos de una situación excepcional a otra de coexistencia con la enfermedad, aunque siga muriendo gente.
¿Qué se tiene que dar para considerar que hemos salido de la
fase aguda de la epidemia?
¿En base a que indicador o indicadores epidemiológicos podemos
decidir que ya se puede levantar la cuarentena?
¿En base al descenso de nuevos contagios? ¿Al número de ingresos
en las unidades especializadas y de vigilancia intensiva?
¿En base a la cifra de decesos?
¿Y este final llegará en la misma fecha a todos los rincones
de la España virológicamente Una?
¿Tendremos que esperar a que estos indicadores sean los
mismos en cualquier parte del territorio?
¿Si en mi pueblo ha habido dos casos y se dieron hace más de
tres semanas, tenemos que esperar a que en otro municipio lejano,
con muchísimos más afectados, se cure todo el mundo?
¿Los ceutíes con 25 casos tienen que esperar a que el
coronavirus desaparezca en Madrid?
Igual hay que decidir cerrar Madrid para que no salga nadie …o
cerrar Lekeitio para que no entre nadie.
¿Cómo gestionamos esa realidad?
¿Quién va decidir cómo y cuando pasamos a esa nueva fase de
la pandemia?
¿Estas decisiones se tomarán en el “huacal" * del ministerio
del Paseo del Prado en Madrid?
¿O lo harán quienes gestionan la sanidad que nos atiende día
a día en nuestros ambulatorios y hospitales?
Yo lo tengo muy claro: tienen que ser los que están al pie de obra quienes tienen que valorar la situación y plantear las soluciones.
Pero también es imprescindible una visión y
unos criterios unificados que sirvan de guía para que estos puedan actuar con conocimiento y garantías.
No a nivel de la España virológicamente Una, sino a nivel
europeo, porque, como dicen algunos, el virus no tiene fronteras...pero ni dentro de España ni fuera.
Y el problema no es solo sanitario. Será también un enorme problema social, laboral y económico.
Y el problema no es solo sanitario. Será también un enorme problema social, laboral y económico.
Ese es el reto al que nos tendremos que enfrentar en los próximos meses.
Necesitamos unos criterios claros y unificados a nivel
europeo, para determinar el comienzo y el fin de cada fase de la pandemia: para
poder considerar que ya se puede abandonar la fase de "urgencia" y pasar a otra mas "relajada".
Establecer unos mecanismos reales de valoración y control de los mismos indicadores para todos los Estados y actuar después de forma coordinada, flexible y adaptada a la realidad de cada entorno, en cada momento.
No solo desde un punto de vista puramente médico, sino global.
De lo contrario nos encontraremos con medidas diseñadas y
dictadas desde un temible “mando único”, al albur de diferentes presiones e intereses, insuficientes
en unos casos, desproporcionadas en otros e incumplidas en muchos.
O llegaremos a ver “curaciones milagrosas” y carreras contra
el reloj para dar por finalizada la epidemia en un país u otro y así aprovechar la
oportunidad de crecer económicamente a costa de quienes no anden tan
espabilados o se “incorporen a la vida” más
tarde.
Si la gobernanza europea mira para otro lado cuando realmente hace falta y se desentiende de todo, dejando a cada estado miembro a su aire, lo único que van a conseguir es que lo del Brexit acabe pareciendo un simple resfriado frente al corona-exit que puede afectar a la Unión en un futuro.
Pero cualquier cosa puede ser, porque el mundo es mundo y, como reza el dicho, no deja de ser un “mundo
inmundo”.
Ánimo, paciencia y suerte.
* Huacal: según la RAE, “especie
de cesta o jaula formada de varillas de madera, que se utiliza para el
transporte de mercancías delicadas”.
En la República Dominicana, se llama “El Huacal” al edificio
de oficinas públicas Juan Pablo Duarte, situado en la Av. México frente al
Palacio de la Policía Nacional, en Santo Domingo.
Se le llama así porque su forma recuerda a las cajas de madera que servían para transportar las botellas de cerveza y,
figuradamente, porque se dice que es una caja sin botellas, en alusión a los
funcionarios allí destinados.