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lunes, 30 de marzo de 2020

Entre la "España Una" y la "Europa Ninguna"


Foto de "La pandemia, la crisis económica
y la Unión Europea (y II)"  Diario 16
Siempre se ha dicho que todo aquel o aquella que ha jugado al fútbol lleva dentro un entrenador. Yo a eso hasta ahora le añadía que lo mismo pasaba con el turismo. Todo aquel o aquella que ha viajado por vacaciones es un técnico de turismo en potencia, capaz de identificar y hacer un plan de desarrollo para cualquier zona que le parezca curiosa. Aunque solo se lo parezca a él o ella.
Ahora pasa lo mismo con la epidemiología. 
Todos y todas, paisanos o médicos, especialistas o no, sabemos qué y cuándo se tenían que haber hecho las cosas y que medidas eran y/o son mejores para luchar en esta guerra.
Como dice una querida amiga mía, también de la profesión (de las profesiones, mejor dicho), “yo tengo opinión para todo” y, por supuesto, también sobre la gestión de este episodio de salud pública.
Pero, en cualquier caso, no me correspondía a mi tomar decisiones y estoy seguro de que quien las ha tenido que tomar (por lo menos quienes yo conozco) lo ha hecho en todo momento pensando en hacer lo mejor para todos y en todos los aspectos.
No había un manual detallado sobre cómo afrontar pandemias en la era de la comunicación y en un mundo globalizado, por lo que no ha quedado más remedio que ir haciendo el camino a base de dar pasos.
Dos para adelante y uno para atrás, pero avanzando paso a paso.
Todo ello, con los medios de comunicación 24/7 sobre el tema, casi siempre alarmando más que ayudando, como ya viene siendo costumbre en los últimos tiempos, siempre so pretexto de una supuesta y, a mi juicio, mal entendida transparencia y libertad de expresión.
Bueno.
Lo hecho, hecho está.
Solo nos queda aprender de ello e intentar paliar las consecuencias negativas de los errores cometidos.
Y esperar a que los ciudadanos sepan valorar a quien ha trabajado con seriedad y ponderación frente a quienes han visto en esto una oportunidad para ganar protagonismo o demostrar quien “la tiene más grande”.
Pero, además de opiniones, lo que me surgen ahora son muchas preguntas.
Tal vez desde el punto de vista puramente médico estemos a punto de coronar la cima del pico de contagio y actividad del coronavirus (si no lo hemos hecho ya). Después esas cifras irán bajando, pero desgraciadamente NO hasta su desaparición, sino que se “asentarán” en una meseta gráfica que puede durar muchos más meses aún.
Seguirá habiendo nuevos infectados, re-infecciones, recaídas, afectados de gravedad y muertes.
Sin duda.
Por eso, a mi juicio, a nuestros gobernantes y gestores públicos les queda lo peor: decidir cuándo damos por finalizada esta etapa de cuarentena y confinamiento y en qué condiciones.
Cuando pasamos de una situación excepcional a otra de coexistencia con la enfermedad, aunque siga muriendo gente.
¿Qué se tiene que dar para considerar que hemos salido de la fase aguda de la epidemia?
¿En base a que indicador o indicadores epidemiológicos podemos decidir que ya se puede levantar la cuarentena?
¿En base al descenso de nuevos contagios? ¿Al número de ingresos en las unidades especializadas y de vigilancia intensiva?
¿En base a la cifra de decesos?
¿Y este final llegará en la misma fecha a todos los rincones de la España virológicamente Una?
¿Tendremos que esperar a que estos indicadores sean los mismos en cualquier parte del territorio?
¿Si en mi pueblo ha habido dos casos y se dieron hace más de tres semanas, tenemos que esperar a que en otro municipio lejano, con muchísimos más afectados, se cure todo el mundo?
¿Los ceutíes con 25 casos tienen que esperar a que el coronavirus desaparezca en Madrid?
Igual hay que decidir cerrar Madrid para que no salga nadie …o cerrar Lekeitio para que no entre nadie.
¿Cómo gestionamos esa realidad?
¿Quién va decidir cómo y cuando pasamos a esa nueva fase de la pandemia?
¿Estas decisiones se tomarán en el “huacal" * del ministerio del Paseo del Prado en Madrid?
¿O lo harán quienes gestionan la sanidad que nos atiende día a día en nuestros ambulatorios y hospitales?
Yo lo tengo muy claro: tienen que ser los que están al pie de obra quienes tienen que valorar la situación y plantear las soluciones.
Pero también es imprescindible una visión y unos criterios unificados que sirvan de guía para que estos puedan actuar con conocimiento y garantías.
No a nivel de la España virológicamente Una, sino a nivel europeo, porque, como dicen algunos, el virus no tiene fronteras...pero ni dentro de España ni fuera.
Y el problema no es solo sanitario. Será también un enorme problema social, laboral y económico.
Ese es el reto al que nos tendremos que enfrentar en los próximos meses.
Necesitamos unos criterios claros y unificados a nivel europeo, para determinar el comienzo y el fin de cada fase de la pandemia: para poder considerar que ya se puede abandonar la fase de "urgencia" y pasar a otra mas "relajada".
Establecer unos mecanismos reales de valoración y control de los mismos indicadores para todos los Estados  y actuar después de forma coordinada, flexible y adaptada a la realidad de cada entorno, en cada momento.
No solo desde un punto de vista puramente médico, sino global.
De lo contrario nos encontraremos con medidas diseñadas y dictadas desde un temible “mando único”, al albur de diferentes presiones e intereses, insuficientes en unos casos, desproporcionadas en otros e incumplidas en muchos.
O llegaremos a ver “curaciones milagrosas” y carreras contra el reloj para dar por finalizada la epidemia en un país u otro y así aprovechar la oportunidad de crecer económicamente a costa de quienes no anden tan espabilados o  se “incorporen a la vida” más tarde.
Si la gobernanza europea mira para otro lado cuando realmente hace falta y se desentiende de todo, dejando a cada estado miembro a su aire, lo único que van a conseguir es que lo del Brexit acabe pareciendo un simple resfriado frente al corona-exit que puede afectar a la Unión en un futuro.
Pero cualquier cosa puede ser, porque el mundo es mundo y, como reza el dicho, no deja de ser un “mundo inmundo”.
Ánimo, paciencia y suerte.




* Huacal: según la RAE, “especie de cesta o jaula formada de varillas de madera, que se utiliza para el transporte de mercancías delicadas”.
En la República Dominicana, se llama “El Huacal” al edificio de oficinas públicas Juan Pablo Duarte, situado en la Av. México frente al Palacio de la Policía Nacional, en Santo Domingo.
Se le llama así porque su forma recuerda a las cajas de madera que servían para transportar las botellas de cerveza y, figuradamente, porque se dice que es una caja sin botellas, en alusión a los funcionarios allí destinados.

martes, 3 de marzo de 2020

¡¡A ver si os dais cuenta ya de una vez de que necesitáis el cambio!!

Estos últimos días no hemos parado de ver y escuchar a la candidata de Podemos-E (de España), Miren Gorrotxategi, decir lo importante que es que las izquierdas se unan en Euskadi para acometer “el cambio que tanto necesita este país”.
La verdad es que no me extraña demasiado que la candidata haya sacado ese argumento, porque es fácil y simplón y, además, no compromete a nada.
Hablar del “cambio” solo supone quitar a quien está para poner a otro o para ponerse ella misma.
¿Para qué? Eso es lo de menos.
La cuestión es vender un "necesario cambio".
"Necesario cambio" que no acaba de llegar, porque los votantes "se resisten" a "darse cuenta" de lo bueno que sería para ellos. ¡Es que deben de andar muy despistados con el fútbol y el "Conquis"!
Nada nuevo bajo el sol
En la primera campaña a la que Podemos se presentó como tal, en una entrevista preelectoral, una periodista le preguntó a Pablo Iglesias qué pensaban hacer con “el problema de los autónomos”.
La respuesta fue: “sentarnos a hablar con ellos y después ver que podemos hacer”.
Esa era la “promesa electoral”.
Ganar las elecciones, sentarse a hablar y después ver qué hacer. En ese orden.
O sea, había que ganar para después “sentarse a hablar”.
Pura soberbia intelectual.
El problema es que en el juego democrático de partidos el orden es el inverso. Uno analiza lo que quiere o puede hacer con una necesidad social, diseña una solución desde sus postulados doctrinales o políticos y se lo propone a la sociedad y esta, SOLO ESTA, lo acepta y vota favorablemente o lo rechaza y te manda para casa.
Prometer “el cambio” es como prometer un nuevo día.
“Usted vóteme, que yo le prometo que, cuando gobierne, todos los días saldrá el sol”.
En cualquier caso, aunque haya dicho que no, si me sorprende un poco que el argumento venga de una persona que procede del mundo académico, que, además, tiene cierta e importante experiencia política/parlamentaria, en el Senado (donde coincidimos) y después en el Congreso.
Y me sorprende esencialmente por lo que he dicho: la simpleza del planteamiento.
Porque la Sra. Gorrotxategi vuelve al básico y ya obsoleto sistema de la distribución de la sociedad en izquierdas y derechas.
Y además nos hace el favor de ser ella misma quien defina quien es de izquierdas y quien no, aplicando un manual de política decimonónica, que ya se demostró que no sirve.
No habla de políticas o planteamientos mejores o peores para el desarrollo humano. Eso no da juego.
Hay que esforzarse demasiado en pensar y diseñar estrategias de trabajo. Hay que buscar la coherencia y el equilibrio y eso es muy aburrido.
Tiene poco glamour político y muy poca repercusión mediática.
Pero lo de izquierdas (todos buenos, blancos e inmaculados, más preocupados por los demás que por si mismos) y derechas (todos gordos caciques explotadores, fumadores de gruesos puros, que no tienen escrúpulos en destruir a sus semejantes a cambio de engordar sus cuentas corrientes) es mucho más fácil y aparente. Es una imagen mucho más arraigada en el imaginario popular y un recurso facilón.
Resumiendo, lo que busca la Sra. Gorrotxategi es una alternativa de izquierdas a EAJ-PNV.
Y, lógicamente, esto lo plantea porque considera que mi Partido NO es de izquierdas.
Ya le gustaría a ella que las izquierdas vascas y españolas tuvieran una mínima parte de la sensibilidad social real (no solo de boquilla, pancarta y postureo) que tiene el PNV y, sobre todo, que hubieran tenido la habilidad y la valentía de poner en práctica políticas sociales similares a las vascas cuando han gobernado, en gobiernos de todos los niveles.
O sea que el “cambio” que plantea la candidata no es para progresar, sino para que, siempre desde sus propias definiciones, la “izquierda” desplace a la “derecha”.
Bueno. Cada cual es muy libre de opinar como le plazca y de plantearse sus propios y particulares objetivos en esta vida.
Lo que no sé es que diría la diputada Gorrotxategi si en Madrid se hicieran las cosas de la misma manera.
¿Qué diría la diputada si aquellos a los que ella considera de derechas (EAJ-PNV, Coalición Canaria, Nueva Canaria, Partido Regionalista de Cantabria, Teruel Existe…y por supuesto UPN, Foro Asturias, VOX, C’s y PP) aplicaran esa misma vara de medir, ese mismo esquema de decisión frente al gobierno de Madrid?
¿Qué diría su jefe y mentor, D. Pablo Iglesias, si, en una hipotética moción de censura o en los presupuestos, los demás votaran siguiendo esa misma línea del cambio de un Gobierno de “sus izquierdas” por otro de “sus derechas”?
En fin.
Puede que este discurso ya rancio de izquierdas contra derechas le sirva para simplificar e intentar colocar su mensaje con más facilidad, pero, desde luego, no sirve para prestigiar ni a quien lo formula ni a su proyecto político.
Por cierto: si, según Gorrotxategi, la razón de que la línea oficial vasca de Podemos haya perdido las primarias internas frente al dedazo central es que aquí se favoreció que el PNV tuviera presupuestos…¿qué dirá la Sra. candidata si EAJ-PNV entiende que tiene que votar a favor de los presupuestos del Gobierno PSOE-Podemos-E en Madrid?
¿Dirá que Podemos-E se ha vendido al capital o que EAJ-PNV se ha vuelto de izquierdas…pero solo fuera de Euskadi?
La verdad es que hay que vivir para ver.
Menos mal que las urnas volverán a poner a cada uno en su sitio…también el 5A.