Rafael Leonidas Trujillo
Molina, durante su dictadura, mantuvo una columna en el principal diario
dominicano que se titulaba "Quien no quiere que se sepa, que no lo
haga". Si tu nombre aparecía en aquella columna y eras un cargo público,
ya te podías dar por cesado. Si no eras cargo público, ya te podías dar por
desaparecido (los tiburones que rondaban los rompientes del Malecón de Ciudad
Trujillo eran los más horondos del Caribe).
En esto podríamos caer en la
tentación de pensar lo mismo, pero no seamos ingenuos.
Quien hace estas cosas se las
sabe todas y, además, selecciona cuidadosamente a sus víctimas.
Sí que es cierto que los
hombres somos especialmente idiotas (y por tanto vulnerables) cuando se trata
de sexo, pero esta práctica que ahora se basa en "pecados" de tipo
sexual, mañana, otro día, se puede basar en otras prácticas como el juego, las
compras compulsivas o los amores platónicos.
Y son especialmente
preocupantes cuando las víctimas son menores, chicos o chicas.
No tengo ninguna duda de que
de esto no sabemos más que una ínfima parte y debemos de estar muy atentos.
Sobre todo quienes tenemos
adolescentes en casa.
¿ Al final va a resultar que
las redes, como las armas, "las carga el diablo"?
No hay comentarios:
Publicar un comentario