Estos últimos días estamos viendo como Ernai (las juventudes de Sortu) han abierto una campaña contra el turismo en Euskadi.
La verdad es que parece que es más por emular o superar a
los cachorros de la CUP, que ahora se han convertido en referente del
anticapitalismo-antisistema, cuando antes, para baskos-baskos, no dejaban de
ser unos “epeltxus”, “fashion borrokas”.
La campaña contra el “turismo masificado” en Euskadi tampoco
es nada nuevo.
Algunos ya hace años que creíamos (y creemos) que el turismo
no solo es una fuente de ingresos que computa en el PIB.
Allá por el 2004, asistimos las “Jornadas sobre gestión
responsable del turismo en destinos singulares de costa” en Sitges.
Participaban gobernantes y oposición de municipios de la Costa Brava, el Levante o Baleares. Municipios con desarrollos turísticos bestiales y descontrolados.
Nos preguntaban que hacíamos nosotros allí. Pues nosotros
íbamos a aprender cómo NO hacer las cosas en el desarrollo del turismo en
Lekeitio y ellos, en cambio, iban a buscar alternativas para volver a la
casilla de salida: precisamente a la situación en la que nosotros nos
encontrábamos.
La comparación era evidente: Lekeitio y su entorno,
incluyendo los establecimientos de turismo rural, tenían en aquellos años
apenas 200 camas hoteleras. El eje O’Grove-Sanxenxo en Galicia tenía más de
11.000.
Las plazas de alojamiento turístico solo en Calvià por
aquellos años eran de unas 60.000.
Hoy en día, a pesar de los pesares y de todos los esfuerzos
públicos y privados por mejorar el sector hostelero-hotelero vasco, las cifras
siguen guardando la misma proporción.
Venir a hablar de masificación turística en Euskadi es
simplemente un despropósito, cuando no una majadería, a pesar incluso de las
espectaculares cifras de algunos destinos turísticos como Bilbao o la Rioja
Alavesa.
Pero además, la “explotación” (¡¡meeeeeeeeeek…palabra
tabú…palabra tabú!!) turística razonable, adecuada y equilibrada en cada caso,
es la mejor manera de recuperar y mantener importantes recursos patrimoniales
(materiales e inmateriales), paisajísticos o culturales, que de otra forma
corren el riesgo de perderse.
Y esa dinámica de recuperación, mantenimiento y explotación
del patrimonio en sentido amplio, debe de generar ingresos para seguir
recuperando nuevos recursos olvidados o desatendidos, incluyéndose a su vez, en
la oferta turistica que no es sol y playa.
Por lo tanto, apostar por enseñar y poner en valor lo
nuestro, no solo mejora nuestro PIB y el empleo, sino que, inteligentemente
gestionado, facilita seguir recuperando recursos patrimoniales y turísticos que
sirvan para compartir “lo nuestro” y, por lo tanto, nuestras señas de
identidad.
O sea, para crear País y para construir la Nación Vasca.
Lo de Ernai de estos días no es nada nuevo, ni original.
Es, una incoherencia más de ese mundo, que tacha al turismo
de Euskadi como masivo y pernicioso para el País, pero luego, los mismos de las
pintadas, hacen “su agosto” sirviendo en las terrazas de nuestros pueblos o en
los bares de la noche.
O se van a pasar sus vacaciones a “paraísos exóticos”, a
penas tocados por la mano del hombre (salvo ellos mismos, claro) o, sin complejos, a
pasar sus vacaciones de sol y playa a Baleares, el Caribe o, incluso, a
“EusCadiz”.
Una incoherencia como la de una pintada que tuvimos durante
unos cuantos años en el puente de la ria del Lea, entre Lekeitio y Mendexa:
“Bilborratas Kanpora”.
Pintada hecha, sin duda, por los mismos elementos que cada
lunes se iban “txintxos-txintxos” al piso de cualquier barrio de Bilbao, a “invadir” el Botxo mientras duraba el curso.
Una serpiente de verano más de la Izquierda Abertzale, que
no sabe cómo asomar la cabeza para conseguir volver a ser alguien en el
panorama político y social vasco.
¡Que pereza!