viernes, 30 de septiembre de 2016

Corrupción: la solución pasa por una efectiva independencia judicial





El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Vasco, tiene la palabra el senador Cazalis.

El señor CAZALIS EIGUREN:
Egun on, mahaiburu jauna, senatari jaun-andreok...
Senador Rodríguez Esquerdo, el problema no es repetirse; usted, yo y todos sabemos por qué lo hacen.
El problema y la pena es que ustedes no han incorporado ninguna de las aportaciones que hicimos aquí hace tres meses a través de enmiendas y a través de sugerencias en nuestras intervenciones.
Es más, siguen ustedes empecinándose, como ya se ha dicho, en que sean las Cortes Generales Españolas las que regulen los aforamientos de los parlamentarios autonómicos, algo que atenta contra la potestad de los propios parlamentos.
En fin, me temo que esta va a ser otra oportunidad perdida, otro día de la marmota y, en vez de un 28 de septiembre, casi más un 28 de diciembre, aunque no sea de santos, y menos inocentes.
Todos tenemos claro que la eliminación de los aforamientos no es para nada la solución al problema de la corrupción. Podría ser una medida efectiva, desde un punto de vista mediático, pero en realidad sería poco más que un lavado de cara del verdadero problema.
A los ciudadanos no nos importa demasiado o nada cuál es la instancia judicial que debe juzgar a los políticos y a los servidores públicos corruptos. Lo que la ciudadanía sí exige es que quienes roban dinero público sean juzgados con solvencia y rapidez; que los ladrones que han traicionado su confianza paguen por sus delitos y que devuelvan lo robado y que las penas sean ejemplares y ejemplarizantes. Eso sí lo exige la ciudadanía.
El problema real no es el aforamiento en sí mismo —ya se ha dicho aquí—.
El verdadero y terrible problema es el mal uso y el abuso que algunos partidos han hecho de esta y de otras figuras, como el indulto, en España, usándolas para parapetar a los corruptos tras las Cámaras legislativas y para enmarañar tanto los procesos judiciales que al final sí, realmente, la ciudadanía y hasta los propios corruptos piensan que el aforamiento es un escudo de impunidad.
Y esto, señorías, es lo que más indigna y enfada a los ciudadanos.
Vuelvo a repetir lo que dije en marzo: en total, señorías, en junio del 2014 había 280.154 personas aforadas por distintas razones en el Estado español, según datos facilitados por el mismo Gobierno.
Por lo tanto, seamos cautos y planteemos los cambios normativos con calma, con reflexión, con inteligencia y con una visión amplia y global de la estructura institucional del Estado… Pero con decisión.
No parece demasiado razonable retirar el aforamiento a los parlamentarios o a los jueces y mantenérselo al resto de aforados, no veo por qué.
Y por supuesto hay que hacer todo esto con absoluto respeto a las competencias de las diferentes Cámaras legislativas del Estado.
Pero lo más efectivo, señorías y lo realmente necesario, es un compromiso serio y leal de los partidos políticos y de todos los electos de cumplir y hacer cumplir las normas sin subterfugios ni trampas. Un compromiso real, no uno mediático y preelectoral como el que vimos ayer.
Y para eso no hacen falta complicados cambios normativos. Es importante mejorar las leyes, sí, cierto, evidentemente, como siempre.
Pero si todo el mundo cumpliera cabal y responsablemente las leyes que ya existen, las que ya existen, avanzaríamos enormemente en la solución del problema de la corrupción. Les puedo asegurar que esto es así, porque con las mismas leyes vigentes actualmente, los niveles de corrupción no son los mismos en todos lados.
Ni en calidad ni en cantidad. 
Lo que hay que ser es coherente con todo lo que estamos diciendo hoy y se dijo ayer en esta Cámara. Y hablando de coherencia aquí yo también quiero recordar a la senadora Elena Diego, como ha hecho el senador Rodríguez Esquerdo, porque creo que es el paradigma de la coherencia en política, y hay que recordarlo.
Esta coherencia se puede practicar a partir de mañana mismo, con un pacto entre todos los partidos políticos. Solo hace falta intención y decisión y dejar de lado el postureo y el interés electoral.
Intención y decisión en reforzar el Estado de derecho y sobre todo en conseguir una separación real de poderes y una independencia judicial efectiva. Algo básico para que la ciudadanía vea que lo que se plantea ya es serio.
Señorías, lo que hay que conseguir erradicar es que cada vez que se hable de los jueces del Tribunal Supremo o del Tribunal Constitucional se hable de jueces progresistas y de jueces conservadores; porque nosotros no sabemos cuál es su ideario de vida, pero los catalogamos así precisamente por quien los ha elegido, y eso es lo que hay que erradicar. Si no conseguimos esto, la independencia judicial real, cualquier otra medida, incluida la eliminación del aforamiento, acabará siendo una trampa más en el solitario.
Una trampa más a nosotros mismos y, lo que es peor, una trampa más a la propia ciudadanía.
El Grupo Vasco está dispuesto a discutir y trabajar para conseguir una justicia justa, eficaz, eficiente y rápida, siempre que las decisiones sean fruto de planteamientos técnicos solventes y homologables a nivel europeo, tras una reflexión profunda y con consensos amplios. Desgraciadamente creemos que hoy volvemos a perder una gran oportunidad para buscar un compromiso en ese sentido.
Esperemos que la próxima vez que discutamos este tema (que espero que no sea en el próximo Pleno), lo hagamos de forma profunda y efectiva, sin presiones ni condicionantes mediáticos, sin postureo político preelectoral y con la única intención de acabar con este cáncer para la democracia que es la corrupción.
Muchas gracias, señor presidente.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, senador Cazalis.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Euskadi: un país menos rico, pero más equilibrado.

He pensado escribir este post para completar mis otros dos anteriores: uno centrado en las cifras de porcentaje de población “en riesgo de pobreza y exclusión” y el otro sobre los dos principales indicadores de desigualdad social (índice de Gini y ratio S80/S20).
Para no caer en la tan cacareada “autocomplacencia” mis reflexiones han tenido como base la situación de los países más avanzados de Europa y no el resto de Comunidades españolas.
Tabla 1: Comparación de indicadores entre Dinamarca-Francia y la CAV.
Vuelvo a repetir que esta “colección” de indicadores estadísticos del ámbito social fueron diseñados por la Comisión europea para poder valorar los avances de cada país en el objetivo de “lucha contra la pobreza y la exclusión social” de la estrategia Europa 20-20 y son registros armonizados a nivel europeo, que elabora EUROSTAT.
Lógicamente, el interés de estos índices es que tienen que significar lo mismo si hablamos de Alemania o de Malta.
Pues hete aquí que, a pesar de que las cifras son elaboradas por una agencia “neutral” y no ofrecen ninguna duda, todavía algunos las han cuestionado diciendo que no valían, porque no se pueden comparar países grandes y pequeños, pobres y ricos…
Bueno.
Pues crucemos los datos.
Convendremos que la riqueza de un país se mide por su Producto Interno Bruto. El tan manido PIB.
También podemos suponer que, cuanto mayor sea este, más posibilidades hay de que la riqueza se reparta mejor y se puedan acometer programas de protección y apoyo social a quienes menos oportunidades tienen y hacerlo de manera más efectiva.
Por lo tanto, todos entendemos que, en la Europa civilizada, los países más ricos (con un PIB mayor) atienden mejor las necesidades de quienes menos tienen y, por tanto, aceptamos que sean esos estados quienes tengan los menores índices y ratios de pobreza y exclusión social.
De hecho, siempre utilizamos a esos estados como
ejemplo.
Pues vamos a verlo.
El PIB nominal per cápita es el valor en € de lo que se produce en un país por habitante y año [¡Cuidado! NO es la riqueza personal de cada habitante].
Si miramos los datos de 2014, la media de la UE-28 es de 27.500 € p/c.
La CAV tiene un PIB de 29.300 €, superior al europeo.
El más alto de los que veremos es el de Luxemburgo (87.600 €) y el más bajo el de Grecia (16.200 €). España está en 22.400 €.
Tabla 2: Relación entre PIB p/c y AROPE, en referencia a la CAV
Si miramos cual es el índice AROPE en relación al PIB resulta que, salvo Noruega, todos los países con PIB superior al vasco tienen un AROPE también superior y, por tanto peor situación y mas riesgo de pobreza y exclusión. (Tabla 2)
Luxemburgo, que es tres veces más rica que Euskadi, tiene un 6.2% más de ciudadanos en riesgo de pobreza. (Tabla 3)
Dinamarca, con unos índices de riesgo de pobreza muy similares a la CAV, tiene sin embargo un PIB 1,6 veces mayor. (Tablas 1 y 3)
Francia, que sería la más cercana a Euskadi en PIB (32.200 €) tiene, por el contrario, un 3,1% más de su población en riesgo de pobreza. (Tablas 1 y 3)
Lo mismo ocurre prácticamente con el índice Gini de desigualdad social, salvo con Noruega, Suecia, Finlandia y Bélgica.
Tabla 3: Relación entre PIB p/c y riesgo de pobreza, en referencia a la CAV
¿Y que pasa si comparamos la CAV con Dinamarca o Francia?
Pues ya lo hemos visto en la Tabla 1.

La pregunta es fácil e inmediata:
¿Cómo un país como Euskadi, menos rico que la mayoría de los grandes países europeos de referencia, consigue tener un menor porcentaje de personas en riesgo de pobreza y exclusión y menos desigualdad social?
¡Buena pregunta!
Seguro que, para quien no quiere aceptar la realidad histórica de este país, estos resultados son fruto poco menos que de la casualidad y hemos llegado a esta situación por una extraña conjunción astral o por generación espontánea.
Pero no es así.
La cosa es más fácil y clara: los ciudadanos y ciudadanas vascos se han sacrificado, han trabajado mucho y han luchado para que esto sea así, a pesar de todos los pesares y enfrentándose a dificultades tan terribles como el terrorismo o la devastadora reconversión industrial de los 70-80.
Por más que les pese a unos, que creen que el mundo comenzó a girar un 15 de mayo de hace cinco años, y a otros, que creen que el mundo empezará a girar al día siguiente de conseguir la independencia, este país ha avanzado levantando la persiana del país cada dia, con el liderazgo y el trabajo de los gobiernos de EAJ-PNV, a todos los niveles institucionales y a pesar de todas las zancadillas puestas por los salvapatrias, los partidos españoles y todos los gobiernos de Madrid.
Y así seguirá siendo después del 25 de septiembre, porque todavía nos queda mucho que avanzar en este camino y muchos proyectos que desarrollar para mejorar nuestra calidad de vida.
Y para eso no necesitamos ningún mesías mediático ni ningún mártir de ninguna causa.
Preferimos seguir confiando en el Lehendakari Urkullu y su equipo.
Nos irá muchísimo mejor.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Desigualdad social: no decir la verdad también es engañar

Indices de pobreza y desigualdad Dinamarca/País Vasco
Hay profesiones en las que las decisiones solo se pueden tomar en base al contraste de datos reales, experiencias y estadísticas y  no caben las afirmaciones gratuitas y sin ningún respaldo documental o las intervenciones basadas en la fantasía.
Y eso se aprende, pero, sobre todo, es un "habito" que se adquiere a base responsabilidad y profesionalidad en el trabajo.
Por eso me han chocado algunas declaraciones de la candidata de Elkarrekin-
Podemos, que he leído recientemente, en las que afirmaba que “Euskadi es un paraíso para las grandes fortunas gracias al PNV-PSE”.
Después de lo que nos ha enseñado en los últimos días, no estaría mal que la señora Zabala definiera lo que es para ella una “gran fortuna”, pero… Dejemos esta discusión, para mejor ocasión.
Por supuesto, la palabra más repetida en el nuevo catecismo mesiánico es: “desigualdad social”.

Bien. Pues hablemos de desigualdad social.
Pero hagámoslo con datos, no solo con consignas.
Para enmarcar este texto, también voy a citar a Mariano Rajoy, en una de sus réplicas de la sesión de NO investidura de agosto: “es verdad que los datos que marcan la desigualdad, la pobreza, los índices de Gini y Arope 80/20 subieron fundamentalmente por una razón, por el aumento espectacular del paro en muy poco tiempo, una subida muy preocupante”.
De esos índices (un poquito mezclados por Rajoy) quiero hablar precisamente, porque son registros armonizados a nivel europeo y los elabora EUROSTAT, como parámetros para valorar el objetivo de “lucha contra la pobreza y la exclusión social” de la estrategia Europa 20-20, sin manipulación ni “cocina” de los datos.
En otro texto de este blog ya he escrito sobre el índice AROPE y, especialmente, sobre el de riesgo de pobreza económica.
Ahora quiero hablar de los índices específicos de desigualdad social.
Son los dos que menciona Rajoy: el coeficiente de Gini y el ratio S80/S20.
El coeficiente de Gini es un parámetro estadístico complicadillo de explicar. Aunque puede ser más fiel a la realidad, voy a comentar algo más el segundo, porque es más fácil de entender y más intuitivo a la hora de hacer las comparaciones.
El ratio S80/S20 es la relación entre los ingresos totales del 20% de las personas con ingresos más elevados y los ingresos totales del 20% de la población con menos ingresos.
Para entendernos, en una situación de completa igualdad, el 20% más rico ganaría lo mismo que el 20% más pobre y, por tanto, el numerador  y el denominador serian iguales. El ratio S80/S20 seria 1 (10/10=1).
En cambio, en el extremo de la desigualdad más absoluta,  el ratio seria 10 (10/1=10).
Esto es lo bueno de este parámetro: se entiende fácilmente y no hay que saber de estadística para interpretarlo.

Los datos
En 2014, el ratio S80/S20 en el conjunto de Europa-28 fue de 5.2. En España de 6.8 y en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) de 4.2.
Pero claro, para la franquicia local de Podemos, compararse con los datos españoles es un ejercicio de autocomplacencia. Por lo tanto, vamos a comparar nuestros datos solo con los países de referencia en asuntos sociales en Europa: Dinamarca, Suiza, Alemania, Holanda, Reino Unido, Luxemburgo, Francia, Austria…
Las tablas lo dicen todo.
Ratio de desigualdad social S80/S20
Entre el 4 y el 4.5 del ratio S80/S20 están Austria, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Suiza…y el País Vasco.
Dinamarca, que siempre ha sido uno de los referentes para muchas de nuestras instituciones y que es una especie de “paraíso” de la protección y los servicios sociales, tiene un ratio de 4.1, mínimamente menor que nuestro 4.2.
Alemania o el Reino Unido, en cambio, tiene un ratio del 5.1.
En el coeficiente de Gini, la CAV (27.1) está aún mejor situada, justo detrás de
Coeficiente de desigualdad social de Gini
Holanda (26.2) y por debajo de Dinamarca (27.7) o Austria (27.6).
Para hacernos una idea de los extremos, Sudáfrica  tenía un Gini de 63.38 (2011); Haiti del 60.79 (2012); China del 42.06 (2010); Rusia del 41.59 (2012) y los Estados Unidos del 41.06 en 2013.
Para completar el cuadro, en Dinamarca el 12.1 de la población tiene unos ingresos por debajo del 60% de la mediana de ingresos del país y, por lo tanto, entra dentro de la población en riesgo de pobreza. Sin embargo, en la CAV ese índice se reduce hasta el 10.2

¿Cómo se consigue reducir la desigualdad?
De dos maneras:
1.- haciendo que los que más ganan compartan más y, por tanto tengan menos ingresos y
2.- consiguiendo que los que menos ganan tengan acceso a las ayudas necesarias para aumentar sus ingresos.
Si, como dice la señora Zabala, Euskadi fuera un paraíso para las grandes fortunas, aquí estos dos parámetros tendrían que ser mucho mayores y no lo son.
Porque los ricos no son tan ricos como en otros países y porque, en cambio, las políticas sociales llevadas a cabo en la CAV si han amortiguado las consecuencias de la crisis en el 20% de la población que menos dispone. Al contrario de lo sucedido en España, como admite el propio Mariano Rajoy.

Nos gustaría que estos índices fueran aún mucho menores.
¡Por supuesto que sí!
Y para eso hay que seguir trabajando, incansablemente, con seriedad y empeño, como hasta ahora.
“Se necesita aire fresco y … volver a ser referentes de en políticas sociales como ya fuimos" (Pilar Zabala).
Señora Zabala: fuimos referentes sociales, lo somos y lo seguiremos siendo y desde luego no lo hemos sido, ni lo somos, ni lo seremos por las aportaciones de quienes han estado cómodamente instalados en la crítica gratuita, indocumentada y maliciosa y pretenden seguir haciéndolo.
Estos que traigo aquí son datos.
Fiables, contrastados y comparables.
E ignorarlos u obviarlos solo puede obedecer al desconocimiento o, aún peor, a la intención de mentir y engañar, precisamente a aquellos a quienes se les pide su confianza.
¡Y eso tiene muy poquito recorrido…y además un nombre muy feo!