Embalse de Cortes, con el complejo de La Muela al fondo. |
Ayer viví un día muy interesante. Y largo.
Invitados por
Iberdrola, por la mañana visitamos el complejo hidroeléctrico de
Cortes-La Muela y por la tarde la central nuclear de Cofrentes, en la Comunidad
Valenciana.
Tengo que reconocer que las dos visitas me sorprendieron.
La
primera, porque la combinación almacenamiento/turbinado/bombeo es una de las
opciones más fiables y efectivas de utilización y aprovechamiento renovable del
recurso "agua" y la segunda porque me ha desmontado algunos de mis
prejuicios sobre lo nuclear (y os aseguro que tenía unos cuantos).
El complejo Cortes-La Muela es una central
que tiene dos partes.
El embalse de Cortes, de tipo
tradicional, con dos turbinas, (abajo, en el rio Jucar) y el complejo de La
Muela, que es un salto de bombeo, que aprovecha el agua del embalse "de
abajo" para bombear agua a otro embalse artificial, situado en un altiplano,
600 metros más arriba.
Cuando la demanda baja (por las noches, por ejemplo) y se produce un excedente de la energía producida
por las centrales térmicas y nucleares o las plantas eólicas, La Muela
aprovecha esa electricidad barata para bombear el agua a la balsa superior.
Cuando la demanda vuelve a subir o tiene un pico, en cuestión de minutos, sueltan el agua que cae los 600 metros y la turbinan para generar energía y estabilizar el suministro de corriente eléctrica en la red general.
Cuando la demanda vuelve a subir o tiene un pico, en cuestión de minutos, sueltan el agua que cae los 600 metros y la turbinan para generar energía y estabilizar el suministro de corriente eléctrica en la red general.
Hoy por hoy, a falta de una efectiva
tecnología de baterías, la acumulación de agua es una de las pocas maneras de
acumular la energía excedente de la producción de plantas que no se pueden
encender y apagar a demanda (como las nucleares) o para acumular la energía del
viento, que sopla cuando la naturaleza quiere y, de otra manera, al no haber
demanda por la noche, por ejemplo, habría que dejar perder la energía producida.
Además, como estas estaciones de
bombeo-generación pueden entrar en funcionamiento inmediatamente (solo con
abrir y cerrar “el grifo”), sirven para dar estabilidad y seguridad en el
suministro al sistema eléctrico general, en aquellos momentos en los que la
demanda sube de manera inesperada o baja por falta de consumo.
Cuando las necesidades suben, estas 7
turbinas pueden generar hasta 1.500 MW (400 MW más que una central nuclear
grande), para completar y estabilizar la demanda. Cuando esta demanda baja, las
mismas 7 bombas aprovechan la electricidad sobrante que otros generadores
producen, para subir el agua que, posteriormente, dejarán caer y producirá
electricidad de nuevo.
Un "bucle" perfecto, limpio
y sostenible.
Tengo que reconocer que, a pesar de
conocer el sistema en teoría, me ha
sorprendido la dimensión del complejo.
Nave principal de La Muela II |
Soterrada a más de 80 metros bajo el
nivel del rio, hay una caverna en la que entraría la catedral de Valencia,
dividida en varios pisos y conectada por unas galerías por las que pueden
transitar enormes camiones.
Allí se ubican las siete enormes
bombas-turbina, en unos espacios especialmente diseñados para facilitar las
labores de montaje, desmontaje y mantenimiento necesarias, como si las
instalaciones estuvieran a ras de tierra.
Tengo que reconocer que hace mucho
tiempo que una obra humana no me impresionaba tanto como la que vi ayer en el
municipio de Cortes de Pallas. Una obra de ingeniería que me dejó con la boca abierta.
Es una pena que esa configuración del terreno, con embalse en la cuenca y posibilidades de construir otra balsa cerca, pero a mucha altura del cauce del rió no se dé en más sitios, para poder construir sistemas como el de La Muela, combinados con centrales eólicas o fotovoltaicas. Estos serían muy importantes para el futuro energético de la humanidad.
Por la tarde fuimos a visitar la
central nuclear de Cofrentes.
Hemos visitado todas sus
instalaciones y comprobado que, después del accidente de Fukushima, las medidas
de seguridad y los planes de contingencia se han multiplicado en las centrales
a las que les queda más vida útil.
No era el caso de Garoña, que se había
quedado obsoleta, por lo que solo podemos felicitarnos por su cierre.
Sí que es cierto que me aproximaba al
tema de las centrales nucleares con muchos recelos y prejuicios.
Hoy he desmontado unos cuantos de los
que tenía más arraigados, desde los tiempos de "Nuklearrik Ez" de
Lemoiz.
Central nuclear de Cofrentes |
Sin entrar en polémicas, lo que hoy
he visto, también me ha sorprendido.
Hemos entrado hasta la misma piscina superior
que cubre la vasija del reactor nuclear, donde una docena de operarios (todos
muy jóvenes) estaban preparando los trabajos de parada y recarga que comienzan
esta próxima semana.
Hemos visto los centros de control (redundantes
y blindados), el simulador del centro de control y el programa de formación y
selección de su personal (media docena de jóvenes ingenieros/as), las medidas
de seguridad y control de la radiación y la contaminación para el personal...
Me ha sorprendido no encontrarme con
ningún Homer Simpson y que las personas que trabajaban a diez metros del
reactor lo hicieran con toda tranquilidad y naturalidad. Con enormes medidas de
seguridad y protección, pero con el mismo buzo de trabajo y calzado que llevábamos
nosotros y con los dosímetros individuales casi a cero. Tranquilos y atareados,
como cualquier otro trabajador de cualquier otra planta industrial.
De hecho, mi dosímetro individual marcaba lo mismo que el que usaba cuando trabajaba en mi consulta y hacia radiografías orales periapicales. Curioso.
Y la población civil del entorno del polo energético de Cortes-La Muela-Cofrentes encantada de tener las plantas en su comarca. Entre otras cosas, porque en el complejo hidroeléctrico trabajan 35 personas fijas y en la central nuclear 700 más.
Ha sido una visita muy interesante y me ha
servido para reafirmar mi convencimiento de que la energía hidráulica tiene que jugar un papel fundamental y mas importante en el futuro y también para plantearme una reflexión seria y más centrada, sin apriorismos ni consignas
maximalistas y facilonas, más razonable, sobre la energía nuclear y el futuro de esta tecnología y de las centrales que aún
subsisten en el Estado.
Pero esa reflexión quedará para otro día.
En resumen, un día agotador y estresante
(no perdimos el vuelo a Madrid, porque salió con una hora de retraso),
pero ha merecido la pena llegar a casa de madrugada, después de cinco días
fuera.
Solo me queda dar las gracias a los anfitriones de Iberdrola, que han respondido a todas nuestras preguntas y aclarado todas las dudas, sin escaquearse ni tirar balones fuera y con cifras y documentos en la mano.