miércoles, 30 de mayo de 2018

De la mar, el mero… y el plástico, tendiendo a cero.

Ante todo, tengo que reconocer que el título de este post se lo debo a mi amigo Iñigo A, que tiene más dotes poéticas que quién esto  escribe. A Dios lo que es de Dios y…a Iñigo lo que es de Iñigo.

Aunque parezca que en el océano de la política solo existen mociones de censura o presupuestos generales del Estado, lo cierto es que sus procelosas aguas también albergan otras iniciativas con menos eco mediático, poco o nada glamourosas,  de cuya paternidad/maternidad nunca se acuerda nadie, pero que son de gran influencia para nuestro bienestar y para el futuro del planeta.

Ayer mismo escuchaba al Vicepresidente Primero de la Comisión Europea,  Frans Timmermans, hablar sobre las medidas que esta misma semana han presentado, encaminadas a reducir la contaminación que los plásticos generan en el medio ambiente y, de manera especial, en el ámbito marino.

Prohibir la producción y comercialización de lo que se ha venido a denominar "plásticos de un solo uso" es, sin duda, un gran paso para cumplir con ese objetivo. Pajitas, platos, cubiertos o bastoncillos de oídos pueden tener sus días contados, si esta propuesta es tomada en consideración por el Parlamento Europeo y el Consejo de ministros de la UE.

Y no dudamos que lo será, entre otras cosas, porque, aparte de los indiscutibles argumentos medioambientales, la propuesta se hace precisamente porque ya existen alternativas ecológicamente más respetuosas, con materiales biodegradables y más sostenibles, que  cumplen sobradamente con las necesidades y exigencias de los usuarios.

A falta de concretar estas medidas y con todo un año de tramitación por delante, confíamos en que también se introduzcan normas concretas para luchar contra la “plaga” de las toallitas higiénicas, dentro de la estrategia europea sobre plásticos.

Uno de los requerimientos que le hicimos al Gobierno español desde el Senado, en una iniciativa presentada por Grupo Vasco (EAJ-PNV) fue precisamente que desde el Ministerio se insistiera en la inclusión de las toallitas basadas en “tejido no tejido” entre los materiales sometidos a la estrategia contra los plásticos de un solo uso. 
Por lo dicho por el Vicepresidente, parece que así va a ser y esta sería una de las primeras consecuencias de la iniciativa aprobada por el Senado e impulsada por la ministra García Tejerina.
La moción que he citado, la defendimos en Pleno a principios de mes y tuvo el apoyo unánime de todos los Grupos de la Cámara.
Reclamábamos que el Gobierno diera los pasos pertinentes para atacar este problema, ya que verter toallitas no biodegradables por el inodoro origina una gran afección al medioambiente, un gran aumento del coste en la gestión de las aguas residuales e, incluso, afecta muy gravemente a la actividad pesquera, sobre todo en el Mediterraneo.
Y es que casi ninguna de las toallitas comercializadas hoy en día es biodegradable.
El 94% de ellas están fabricadas con fibras de materiales plásticos unidas por calor y, prácticamente el 6% restante, basa su composición en fibras de celulosa, unidas mediante un ligante químico, lo que también las convierte en no biodegradables.

Solo las fibras de celulosa entrelazadas mecánicamente son capaces de dispersarse y de degradarse en condiciones normales, sin afectar a los sistemas de depuración, ni especialmente al medio ambiente.

Sin embargo, el etiquetado de este tipo de productos lleva a equívocos y nos los presentan como si todos pudieran ser arrojados por el inodoro.
“Toallitas para sanitarios”, “toallitas para WC” e incluso “papel higiénico húmedo” son los confusos nombres que muchos fabricantes y distribuidores les dan a estos productos, para que los usuarios los asociemos al papel higiénico común.

El problema es que los materiales de los que están compuestas estas toallitas y la celulosa con la que se fabrica el papel higiénico común no tienen nada que ver, ni en su composición, ni en su sistema de fabricación y, mucho menos, en su capacidad para romperse y disgregarse o en su biodegradabilidad.

Por eso hemos reclamado al Gobierno que determine las características técnicas que deben cumplir los productos susceptibles de ser desechables por los desagües y que exija a los fabricantes que especifiquen claramente esta posibilidad en sus etiquetados, además de otras muchas medidas.

Nuestro requerimiento a las instituciones europeas tiene como objetivo también que establezcan una norma ISO internacional equivalente,, además de que pongan en marcha acciones a nivel comunitario destinadas a erradicar este grave problema medioambiental dentro de la estrategia europea sobre plásticos.

No se trata de ninguna quimera y lo solicitado va en la línea que aclaró el propio Timmermans, cuando, en referencia a los plásticos de un solo uso, dijo que “No quiero que se me entienda mal. Estos productos no desaparecerán, solo se fabricaran con otros materiales".

Las toallitas higiénicas tampoco desaparecerán y lo mejor será que TODAS las echemos a la basura, pero, en cualquier caso, solo las que se fabriquen con otros materiales diferentes a los actuales se podrán desechar por el inodoro.

Y la realidad es que, de hecho, ya se dispone de un tipo de toallitas cuyas fibras de celulosa están entrelazadas entre sí mecánicamente, de forma que no necesitan ningún otro método añadido para mantener su estructura.
Unas toallitas que SI se deshilachan y desaparecen con suma facilidad, “de verdad”, desapareciendo sin dejar rastro mecánico ni biológico.

Por si el beneficio medioambiental no fuera poco, tanto las citadas toallitas como las máquinas que las elaboran se fabrican, además, en Euskadi, por empresas punteras en el sector, que las están empezando a comercializar en todo el mundo. Así pues, además de favorecer a la conservación del medio ambiente, ofrecen una oportunidad para desarrollar nuestra industria papelera y de maquinaria.



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