viernes, 15 de marzo de 2019

Fin del viaje a Nicaragua

Con el padre José Alberto Idiáquez  en la rectoría de la UCA
Diecinueve horas y tres aviones después ya estoy de vuelta en Lekeitio.
Han sido unos días de trabajo intenso, tanto por la cantidad, como, especialmente, por la “calidad” de lo que hemos visto, oído y vivido.
15 reuniones de todo tipo:  unas
públicas, otras publicables y alguna necesariamente discreta. Algunas con fotos y otras no.
La mayoría en el mismo hotel, por cuestiones de seguridad (no tanto la nuestra, como la de quienes venían a estar con nosotros).
Otras en dependencias oficiales de la Asamblea Nacional, la Nunciatura o la Conferencia Episcopal, pero siempre escoltados por guardias civiles de la Embajada española.
Todas han sido muy importantes, pero dos me han impactado especialmente.
Una, la que tuvimos casi al final del primer día, con las mujeres de la Asociación “Madres de Abril” y del “Comité de Familiares pro-libertad de presos políticos”.
Fue muy duro escuchar a una madre pedir justicia, después de haber perdido a un hijo de 17 años, por un balazo en el cuello, hecho por un francotirador.
O a otra madre que, además de haber perdido a su hijo de 21 muerto en las calles por la represión, ahora era perseguida por el aparato represor del régimen (incluidos los paramilitares y “operadores políticos de barrio”, o sea, chivatos), no podía vivir en su casa y pasaba los días en “sitios seguros”, poniendo en riesgo a familiares y amigos.
La otra, la reunión con el padre jesuita José Alberto Idiáquez, rector de la Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA), “alma mater” de muchos de los chavales y chavalas muertos, presos, torturados y exiliados por la represión del régimen sandinista, que lleva meses encerrado en la rectoría de la Universidad, vigilada por decenas de policías todos los días, desde hace muchos meses, menos en que fuimos nosotros.
Un hombre luchador, que defiende a sus estudiantes como si fueran sus hijos.
El padre Idiáquez en Nicaragua y el padre Ugalde en Venezuela son dos jesuitas vascos calcaditos, que están arriesgando su vida por defender la democracia y los derechos humanos en esos dos países.
Un orgullo para cualquier vasco que crea en la libertad y la justicia.
Nos han asegurado por ambas partes que nuestra presencia ha sido muy positiva en todos los aspectos.
No es fácil valorar si ha sido así o no, pero, por lo menos, aunque sea por casualidad, el gobierno de Daniel Ortega ha anunciado que entre hoy y mañana van a excarcelar de 100 a 150 presos políticos.
También nos han anunciado más “sorpresas” positivas derivadas de nuestra visita para las próximas semanas. No sabemos si será así, ni cuál será su alcance, pero viendo la dramática situación en la que viven los presos políticos nicaragüenses, difícilmente será suficiente para llevar la justicia y la libertad al pueblo de Nicaragua.
Nicaragua (como Venezuela) no deja de ser un pedazo del paraíso, bajo la bota de un régimen tirano y represor, que solo sabe arruinar la vida del pueblo al que dicen defender.

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