En la televisión, en la radio, en los periódicos… La campaña electoral y el campeonato de Europa de fútbol invaden todos los titulares y todas las conversaciones a todas horas.
Quienes me conocen ya se imaginaran que mi interés se centra más en el primer tema que en el segundo.
La Eurocopa me importa entre muy poco y nada, porque no participa el Athletic y, en sí mismo, el deporte del balón no es mi afición favorita.
Sin embargo, no he podido evitar realizar una obvia asociación de ideas.
Y es que ha coincidido en el mismo día el debut de la selección española y el tan anunciado debate entre los cabezas (tal vez mejor “cabecillas”) de los cuatro principales partidos españolistas.
Y en ambos ha destacado el color rojo.
El rojo de “La Roja” y el rojo de las líneas que la “banda de los cuatro” se empeñan en decir que no van a poner en sus negociaciones, pero que afloraban sin remedio en cada una de sus intervenciones en el show televisivo.
Parece evidente que los resultados que se den el 26 de junio no darán la mayoría absoluta a ningún partido, ni siquiera a ninguno de los dos teóricos bloques ideológicos.
Eso puede ser un problema, pero lo que es realmente dramático para España y los españoles es que, oídos los reproches que se han lanzado mutuamente, indiscriminadamente, la alianza para formar Gobierno de nuevo parece imposible entre ninguno de ellos.
Y no digamos para lograr un acuerdo estable de legislatura.
Tal vez, por pura vergüenza “torera”, se consiga llegar a algún acuerdo de investidura, pero la siguiente etapa es gobernar y, visto lo visto, el gobierno resultante probablemente tendrá los días contados.
O sea que no nos las deseemos tan felices, pensando que después de las elecciones autonómicas vascas tendremos un periodo de tranquilidad electoral, porque la incapacidad política manifiesta de los partidos políticos españoles no lo va a permitir.
Históricamente, no están acostumbrados a acordar.
Aunque hablen de manos tendidas, no sabemos si lo son para colaborar o para empujar al adversario al abismo.
Contrariamente, nuestra selección, la de Euskadi, viste de verde.
Como el color corporativo de EAJ-PNV; como el signo con el que esta campaña llamamos simbólicamente a marcar la diferencia; como las líneas de la Cruz de San Andrés que los hermanos Arana dibujaron en la Ikurriña para simbolizar el sagrado Roble.
Nuestro distintivo, que ha sido siempre la capacidad de negociación, de diálogo, de acuerdo y de respeto al diferente.
Líneas verdes de rumbo y orientación, frente a líneas rojas de límite y prohibición.
Nos han obligado a ello la diversidad ideológica de nuestro pueblo y la necesidad de paz y estabilidad.
Y hemos sido capaces de entendernos, con nuestros más y nuestros menos, desde que nuestros ancestros decidieron que era mejor acordar ser todos hidalgos debajo de un Roble, que seguir desangrando el país en guerras banderizas.
Nuestras convicciones y nuestro amor por Euskadi son profundos como las raíces de aquel viejo Roble y nuestro ideario, firme como su tronco…pero nuestra disposición a avanzar y acordar es tan verde como sus hojas.
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