No quiero mencionar sus nombres, de ninguno de ellos y ellas, porque ya han estado en boca de todo el mundo en estas últimas semanas y ahora toca aliviarles del estigma que puede suponer haber padecido o simplemente ser sospechosos de haber sido contagiados.
También tenemos la obligación moral y la satisfacción de trasladar nuestro agradecimiento y reconocimiento a los profesionales sanitarios que han estado y están vigilantes para que un caso así no vuelva a ocurrir. En Euskadi con mas efectividad y éxito, si cabe, que en otros países.
En fin, que una vez pasada la urgencia, el tema del Ebola se ha ido apagando y parece como si la enfermedad hubiera desaparecido a la misma velocidad que ha desaparecido de los medios de comunicación.
Pues nada más lejos de la realidad.
El 21 de octubre, el equipo médico del hospital Carlos III confirmaba que la paciente española cumplía con “los criterios de curación de la OMS”.
Entre el día 22 y el 25 de octubre se produjeron en África 230 nuevos casos, con 54 decesos y se detectó un nuevo caso en Mali.
En cualquier caso, la situación en el Estado español ya no es de emergencia mediática o social (aunque SI siga existiendo la emergencia médica) y, por tanto, consideramos que ahora hay que ocuparse de analizar todas las decisiones tomadas y las actuaciones realizadas.
No solo desde que se repatrió al primer religioso infectado a España, sino desde el 8 de agosto, momento en el que la OMS declaró la epidemia como “emergencia de salud pública de importancia internacional”.
Es curioso, por ser suave y no decir que es indignante, que el Presidente Rajoy dijera el viernes pasado que la epidemia de fiebre hemorrágica de Ebola hay que combatirla en África. Bienvenido al club de los que creíamos que eso era así desde un principio, Sr. Presidente.
Es imprescindible analizar en esta situación de calma relativa, cuáles han sido las políticas seguidas por el Gobierno ante la mencionada “emergencia de salud pública”.
Analizar las decisiones que se han tomado y que se han dejado de tomar. Las actitudes, acciones y omisiones de quienes tenían que haber liderado la reacción en el Estado español y de quienes han tenido que ejecutar las decisiones tomadas.
Hay que hacerlo porque es necesario mejorar y optimizar los mecanismos de prevención y reacción ante posibles nuevos casos, visto que la epidemia del Ebola no se ha terminado y visto que, en cualquier momento, la enfermedad puede atacar directamente a ciudadanos con pasaporte español, dentro y fuera del Estado.
Esta labor hay que hacerla desde una perspectiva científica, imparcial y critica.
Sin falsas autocomplacencias y siendo conscientes que la verdad es que las cosas no han funcionado bien, por cuanto que se produjo un contagio y una enorme alarma social derivada de ello.
Por esto creemos que ha de ser una comisión de expertos independiente quien analice lo que se ha hecho y lo que no se ha hecho desde ese día 8 de agosto, para mejorar la capacidad de respuesta del aparato institucional y gubernamental, pero también para buscar y diseñar las políticas más adecuadas, para que no se vuelva a repetir la terrible situación y desorientación en la que ha vivido la sociedad en esta crisis del Ebola.
Para mejorar, pero también para conocer las responsabilidades políticas y de todo tipo que pudiera haber y reclamarlas.
Responsabilidades políticas, del Gobierno en pleno, no solo del Ministerio de Sanidad, por sus actuaciones y también por sus omisiones en la gestión de la crisis. O de otras instituciones, como la Consejería de Salud de Madrid, que también han estado directamente implicadas en el desarrollo de esta crisis.
Responsabilidades por la publicación de datos personales de un gran número de personas que había que haber procurado mantener en el anonimato, para evitar la estigmatización social por su enfermedad o por la simple sospecha de poder padecerla.
Y responsabilidades por el nefasto tratamiento informativo y de comunicación que hemos padecido en esta crisis, consecuencia de la ausencia durante muchos días de una información veraz, seria y univoca por parte del Gobierno y de la actuación de unos medios sin ningún tipo de autocontrol.
El resultado ha sido un circo mediático diario, en el que primaba la anécdota y el morbo, plagado de informaciones poco veraces, cuando no erróneas, lo que ha aumentado enorme e innecesariamente la alarma social y el miedo entre la población.
Hay que analizar todo esto desde un punto de vista imparcial y crítico y para eso es necesaria una comisión de expertos, profesionales, no políticos, que analicen lo ocurrido y elaboren un informe con la identificación de los puntos débiles, los errores y las propuestas de mejora.
Quien debe de ser controlado no puede ser el controlador y así se lo dijimos ayer a la Ministra de sanidad.
Con la que está cayendo, la sociedad reclama y se merece que un tema tan grave y con tanta alarma social sea analizado y aclarado de verdad, con transparencia, por una comisión de expertos, que no pueda ser cuestionada como interesada de parte.
¿Cuál ha sido la respuesta de la Ministra?
Entre “manzanas traigo” y “que buenos somos y cuanto tenéis que agradecernos”.
Como muestra incluyo el último párrafo de su respuesta en el pleno de ayer:
“Gracias al sistema de salud y a los profesionales, a quienes agradezco de nuevo todo el trabajo que están realizando, hoy, como usted decía, Teresa Romero ha superado la infección, todos los contactos en observación están libres de riesgo, y en España ahora mismo no hay ningún paciente de ébola. Pero tiene usted razón, no podemos bajar la guardia, y sobre la base de la experiencia adquirida y de los resultados de la investigación que están elaborando expertos independientes en la materia, podremos seguir avanzando en una triple dirección. En primer lugar, abordando la enfermedad en los países de origen. En segundo lugar, mejorando las infraestructuras y los recursos tanto materiales como personales necesarios para hacer frente a futuros casos sospechosos, y por último, contribuyendo en la investigación científica que permita encontrar métodos eficaces a nivel mundial para poder acabar con el ébola.”
Pues eso.
Parece ser que la crisis del Ebola que hemos padecido solo ha sido un mal sueño o una anécdota, de la que nadie es responsable y en la que no ha pasado nada grave.
Una pena.