En España, todo aquel que ha jugado al fútbol, aunque fuera un cesto en el campo, se considera y discute como si fuera un avezado entrenador/seleccionador.
Quien ha salido alguna vez de vacaciones allende la vieja piel de toro, se considera a sí mismo un experto y cree conocer que es lo que se debe de hacer para desarrollar el turismo en cualquier entorno, incluso hostil.
Lo mismo parece que pasa con el mus.
Mucho fantasma, pero con muy poquita idea y sin ninguna buena intención.
El 20 de diciembre se empezó a jugar una gran partida en España.
Cuatro jugadores, que fueron emparejados de dos en dos, por aquello de su posición en el campo de las derechas/izquierdas.
Se repartieron las cartas y a cada uno le tocó lo que le tocó.
Primer problema: los jugadores no se sabían las señas y tampoco tenían intención de aclarar su jugada, ni siquiera al compañero, porque todos querían ser los protagonistas de la victoria.
Segundo problema: ninguno sabía jugar “sin cartas”. Solo atinarían a acertar con una mano cargada de reyes y mejor si es con la 31 de mano.
Tercer problema: los cuatro querían ganar la partida por ordago. Nada de ir sufriendo piedra a piedra y amarreko a amarreko. Al fin y al cabo, para dar un ordago lucido solo hacen falta cartas y una frase ingeniosa.
Cuarto problema: siempre se dice: “los que miran, callar y dar tabaco”. Pero en aquella partida no fue así. Todos tenían asesores o “parientes” diciendo lo que tenían que hacer o lo que parecía que iban a hacer los demás. También asistían al evento una pléyade de “profesionales” de la comunicación, que se inflaron a transmitir “Urbi et Orbi” el color de la ropa interior de cada uno, sus hábitos higiénicos o el pago a plazos de los brackets del niño.
Ante este panorama, los cuatro jugadores dieron mus, cada uno fantaseando con su propio “cuento de la lechera”.
Entre otras cosas, porque así se lo aconsejaban muchos de los mirones que no paraban de hablar de mirlos blancos, expectativas de voto...
Y eso hicieron: “mus, allí, mus, pues mus”.
Y el 26 de junio se volvieron a repartir cartas.
El que mejor había salido fue el más viejo.
La carita de los otros tres era un poema.
Pero esta vez sí parecía que se iba a jugar.
La pareja de la izquierda seguía igual: a su pedo, a mordiscos, pero ahora con una jugada mucho peor que en la mano anterior.
Ya lo dice el refrán:” A naipes nuevos, suertes viejas”.
La pareja derecha parecía que empezaba a pasarse señas, discretamente y que algo podrían hacer.
Pero, claro, quien no sabe, no sabe y es imposible que aprenda de la noche a la mañana, por lo que resulta que las señas entre ellos no han sido verdaderas o, por lo menos, suficientemente esclarecedoras de la jugada conjunta.
Y los cuatro vuelven a mirar al mazo de cartas, en la esperanza de un golpe de suerte.
Si vuelve a haber mus, el PP sabe que va a seguir cargándose de reyes, hasta poder dar un ordago él solito.
El resto ya no puede estar peor.
Además, algunos mirones están encantados con la situación, porque tienen ganas de sentarse en la mesa a jugar, pensando que, como decía al principio, son los mejores en esto del ordago de farol.
A los de la alcachofa esta situación les sirve para seguir pontificando y ocupando tiempo en los medios. Buen negocio.
La verdad es que yo era de los que estaba convencido que, tras el resultado del 20 de diciembre, no habría gobierno y repetiríamos elecciones.
Por el contrario, siempre he creído que tras el 26J las cosas irían de otra manera y el PP se empeñaría en formar gobierno y de hacerlo rápido, para marcar una diferencia clara con el intento frustrado de Pedro Sánchez de marzo pasado.
Siendo así, la la investidura de Rajoy tenía que haber sido la primera semana de agosto.
Pero no parece que vaya a ser así.
Volvemos a la casilla de “si no tengo mayoría suficiente, no me presento”.
El paso del tiempo, dejar “pudrirse” la cuestión hasta septiembre, en la esperanza de que alguien sea abducido y cambie de opinión, solo favorece que todos los jugadores se planteen un nuevo mus y volver a repartir las cartas.
Total, el que está bien acabará mejor y el resto piensa que “peor no pueden estar”. Pero si: peor si pueden estar…o simplemente, no estar.
Un nuevo “mus” sería inaceptable, peligroso y vergonzoso, pero…
Spain is different.
sábado, 30 de julio de 2016
viernes, 15 de julio de 2016
¡¡ Mientanme más, Señorías !!
La verdad es que la política española es una feria en la que cualquier cosa es posible y no siempre se respetan los principios que podríamos considerar como básicos en cualquier democracia solvente.
Uno de los pilares de la democracia representativa debería de ser la honestidad de los partidos y los candidatos con los ciudadanos y, muy especialmente, con sus votantes.
Y para esto es imprescindible cumplir con la palabra dada o al menos intentarlo, sin decir hoy “Diego”, cuando en víspera electoral dijimos “digo”.
Pero en España, aunque lo de cumplir nunca ha sido norma, ahora se está yendo un poco más allá aun: los ciudadanos, los votantes, todo el mundo está deseando que los políticos nos mientan.
Cada cual reza lo que sabe para que los cuatro grandes de la política española hayan mentido y no cumplan aquello que prometieron en campaña electoral.
Porque si lo hicieran, si cumplieran con todos los “noes” que dijeron antes del 26J, ahora sería imposible que hubiera un gobierno en el Estado y tendríamos que volver a unas nuevas elecciones.
Curiosamente, los mejor vistos y más valorados en estos momentos son precisamente quienes mienten más descaradamente y se desdicen de lo que afirmaron vehementemente antes.
Rivera, que dijo que vetaba expresamente a Rajoy para que fuera presidente, ya nos ha dicho que él nunca dijo lo que sí dijo…y todos encantados!
Ahora las miradas están puestas en Sanchez, que se ha desgañitado diciendo que jamás permitiría con sus votos (o sus “no votos”) la elección de un gobierno del PP. Pero ya eso es solo ”a día de hoy”. ¡Mañana será otro día!
De Iglesias poco podemos valorar, porque ha sido un continuo mudar, tanto sus postulados más básicos, como sus promesas electorales y ya es imposible marcar un antes y un después.
Y el cuarto, el novio despechado, inmutable esperando ofertas.
También es cierto que, ademas de celebrar que nos mientan, hay otra razón para estar contentos e ilusionados: a estas alturas de “sarao hispano-democrático”, no hace tantos años, ya estaríamos fritos a huelgas generales revolucionarias y salvajes o habría surgido alguna autoridad, "militar por supuesto”, sable en mano, para salvar a la Patria y restaurar la paz y el orden.
Parece que “esas herramientas” ya no funcionan como algunos quisieran.
¡Gracias a Dios!
En fin.
Que hagan lo que quieran, pero que hagan algo.
Y, a poder ser, que sea algo de provecho.
Resumiendo, termino este post con lo que dice el viejo bolero: “Y qué más da // la vida es una mentira // miénteme más // que me hace tu maldad feliz”.
Uno de los pilares de la democracia representativa debería de ser la honestidad de los partidos y los candidatos con los ciudadanos y, muy especialmente, con sus votantes.
Y para esto es imprescindible cumplir con la palabra dada o al menos intentarlo, sin decir hoy “Diego”, cuando en víspera electoral dijimos “digo”.
Pero en España, aunque lo de cumplir nunca ha sido norma, ahora se está yendo un poco más allá aun: los ciudadanos, los votantes, todo el mundo está deseando que los políticos nos mientan.
Cada cual reza lo que sabe para que los cuatro grandes de la política española hayan mentido y no cumplan aquello que prometieron en campaña electoral.
Porque si lo hicieran, si cumplieran con todos los “noes” que dijeron antes del 26J, ahora sería imposible que hubiera un gobierno en el Estado y tendríamos que volver a unas nuevas elecciones.
Curiosamente, los mejor vistos y más valorados en estos momentos son precisamente quienes mienten más descaradamente y se desdicen de lo que afirmaron vehementemente antes.
Rivera, que dijo que vetaba expresamente a Rajoy para que fuera presidente, ya nos ha dicho que él nunca dijo lo que sí dijo…y todos encantados!
Ahora las miradas están puestas en Sanchez, que se ha desgañitado diciendo que jamás permitiría con sus votos (o sus “no votos”) la elección de un gobierno del PP. Pero ya eso es solo ”a día de hoy”. ¡Mañana será otro día!
De Iglesias poco podemos valorar, porque ha sido un continuo mudar, tanto sus postulados más básicos, como sus promesas electorales y ya es imposible marcar un antes y un después.
Y el cuarto, el novio despechado, inmutable esperando ofertas.
También es cierto que, ademas de celebrar que nos mientan, hay otra razón para estar contentos e ilusionados: a estas alturas de “sarao hispano-democrático”, no hace tantos años, ya estaríamos fritos a huelgas generales revolucionarias y salvajes o habría surgido alguna autoridad, "militar por supuesto”, sable en mano, para salvar a la Patria y restaurar la paz y el orden.
Parece que “esas herramientas” ya no funcionan como algunos quisieran.
¡Gracias a Dios!
En fin.
Que hagan lo que quieran, pero que hagan algo.
Y, a poder ser, que sea algo de provecho.
Resumiendo, termino este post con lo que dice el viejo bolero: “Y qué más da // la vida es una mentira // miénteme más // que me hace tu maldad feliz”.
jueves, 14 de julio de 2016
"Pues...guárdate de los politicos".
Un periodista pregunta:
“¿Si Usted le tuviera que dar un consejo a su sucesor, que le diría?”
“Pues, eh … guárdate de los políticos”
El entrevistador soltó una significativa carcajada, ante la inesperada ocurrencia del entrevistado.
Vuelvo de Madrid. Voy en el coche y,
como casi siempre, hago “zapping radiofónico”, para encontrar algo más que futbol.
La entrevista es al Dr. D. Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, a punto de jubilarse y abandonar su actividad.
Un curioso consejo ese de "guardarse de los políticos", cuando, poco antes, el mismo doctor recordaba que la ONT surgió en 1989 porque “…la carencia de trasplantes fue lo que llevó al entonces Ministro de Sanidad, García Vargas, a pensar que hacía falta algo, no sabía muy bien qué, pero algo, que sirviese de revulsivo a aquella situación y por eso fue la creación de la ONT…”
La respuesta sobre los políticos es, cuando menos, una incoherencia, en formato de chiste fácil y chabacano, que obvia las intenciones del entonces ministro y hace flaco favor a la propia ONT, convirtiendola prácticamente en una iniciativa de alguien que pasaba por allí.
Es curioso (y demasiado habitual) ver como las cosas buenas, las iniciativas de éxito, siempre son huérfanos de “madre y padre políticos” y parece que surgieron de la nada, por generación espontánea.
Parece que pasa con la ONT, pero también nos pasa con Osakidetza, con la Ertzaintza, con el Guggenheim, con el Metro de Bilbao, con EiTB, con la importancia de la escuela pública en el desarrollo y la implantación del euskera en nuestra sociedad y con muchas otras cosas.
Pero, aunque la generalización es obscena, en parte tampoco le falta razón al Dr. Matesanz.
Porque hablando precisamente de la ONT, me viene a la memoria un capítulo de esos que podrían hacer valida la chanza del doctor.
En mayo del año pasado propuse en el Pleno del Senado, en nombre del Grupo Vasco, la creación de una Organización Estatal de Enfermedades Raras, para poder atender a estos enfermos y a sus familias en red, no solo estatal, sino incluso europea. Algo parecido a la ONT.
La iniciativa no salió adelante, por el bloqueo del ministro de sanidad, Alfonso Alonso, y el consiguiente voto en contra del Grupo Popular, que, una vez más, se quedó solo en su negativa.
Hay que cuidarse de esos políticos sin criterio propio, que no ven más allá de lo que les aconseja el asesor técnico de turno, a quienes les importa un higo las necesidades de la gente ni lo pactado previamente y que no quieren meterse en líos “para cuatro días que voy a estar”.
Si. Hay que cuidarse de ellos.
Pero generalizar como lo hizo Matesanz es una broma de mal gusto, con el único objetivo de intentar caer simpático a la audiencia; de ir de “anti-sistema”, cuando uno mismo forma parte esencial del “sistema”.
Algo que, en sí mismo, solo puede ser negativo para el propio sistema de salud.
Espero de verdad que el sucesor de Matesanz no haga caso a tan lerdo consejo.
Como si de un plato de “cerdo agri-dulce” se tratara, me quedo, en cambio, con otra parte de la entrevista, que quiero traer a este texto, porque es de justicia y de mucho valor, viniendo de quien viene y más después de haber oído lo anterior.
Explicaba el Dr. Matesanz que “lo que se trataba de hacer [en 1989] era coger lo mejor que había en una serie de comunidades … pero el modelo del País Vasco, un modelo que había desarrollado el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza a raíz de sus transferencias, la verdad es que a mí me resultó particularmente adecuado” … “Pero vamos, si hemos de reconocer un origen en el modelo español [de la organización del sistema de trasplantes] yo diría que es el País Vasco”.
Aquí es cuando es imprescindible agradecer a todos los profesionales de la salud vascos (empezando por el Dr. Aranzabal, coordinador de trasplantes de la CAV) el trabajo que durante todos estos años han realizado y que, como vemos, sirvió de modelo para la ONT española e, indirectamente, por tanto, para otras muchas organizaciones de trasplantes del mundo.
Y agradecérselo también a quienes tuvieron antes y mantienen hoy el impulso político para que nuestro sistema de salud siga funcionando de la mejor manera posible y vaya mejorando más y más cada día.
Sin descanso ni autocomplacencia, pero con el orgullo del trabajo bien hecho.
“¿Si Usted le tuviera que dar un consejo a su sucesor, que le diría?”
“Pues, eh … guárdate de los políticos”
El entrevistador soltó una significativa carcajada, ante la inesperada ocurrencia del entrevistado.
Vuelvo de Madrid. Voy en el coche y,
como casi siempre, hago “zapping radiofónico”, para encontrar algo más que futbol.
La entrevista es al Dr. D. Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, a punto de jubilarse y abandonar su actividad.
Un curioso consejo ese de "guardarse de los políticos", cuando, poco antes, el mismo doctor recordaba que la ONT surgió en 1989 porque “…la carencia de trasplantes fue lo que llevó al entonces Ministro de Sanidad, García Vargas, a pensar que hacía falta algo, no sabía muy bien qué, pero algo, que sirviese de revulsivo a aquella situación y por eso fue la creación de la ONT…”
La respuesta sobre los políticos es, cuando menos, una incoherencia, en formato de chiste fácil y chabacano, que obvia las intenciones del entonces ministro y hace flaco favor a la propia ONT, convirtiendola prácticamente en una iniciativa de alguien que pasaba por allí.
Es curioso (y demasiado habitual) ver como las cosas buenas, las iniciativas de éxito, siempre son huérfanos de “madre y padre políticos” y parece que surgieron de la nada, por generación espontánea.
Parece que pasa con la ONT, pero también nos pasa con Osakidetza, con la Ertzaintza, con el Guggenheim, con el Metro de Bilbao, con EiTB, con la importancia de la escuela pública en el desarrollo y la implantación del euskera en nuestra sociedad y con muchas otras cosas.
Pero, aunque la generalización es obscena, en parte tampoco le falta razón al Dr. Matesanz.
Porque hablando precisamente de la ONT, me viene a la memoria un capítulo de esos que podrían hacer valida la chanza del doctor.
En mayo del año pasado propuse en el Pleno del Senado, en nombre del Grupo Vasco, la creación de una Organización Estatal de Enfermedades Raras, para poder atender a estos enfermos y a sus familias en red, no solo estatal, sino incluso europea. Algo parecido a la ONT.
La iniciativa no salió adelante, por el bloqueo del ministro de sanidad, Alfonso Alonso, y el consiguiente voto en contra del Grupo Popular, que, una vez más, se quedó solo en su negativa.
Hay que cuidarse de esos políticos sin criterio propio, que no ven más allá de lo que les aconseja el asesor técnico de turno, a quienes les importa un higo las necesidades de la gente ni lo pactado previamente y que no quieren meterse en líos “para cuatro días que voy a estar”.
Si. Hay que cuidarse de ellos.
Pero generalizar como lo hizo Matesanz es una broma de mal gusto, con el único objetivo de intentar caer simpático a la audiencia; de ir de “anti-sistema”, cuando uno mismo forma parte esencial del “sistema”.
Algo que, en sí mismo, solo puede ser negativo para el propio sistema de salud.
Espero de verdad que el sucesor de Matesanz no haga caso a tan lerdo consejo.
Como si de un plato de “cerdo agri-dulce” se tratara, me quedo, en cambio, con otra parte de la entrevista, que quiero traer a este texto, porque es de justicia y de mucho valor, viniendo de quien viene y más después de haber oído lo anterior.
Explicaba el Dr. Matesanz que “lo que se trataba de hacer [en 1989] era coger lo mejor que había en una serie de comunidades … pero el modelo del País Vasco, un modelo que había desarrollado el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza a raíz de sus transferencias, la verdad es que a mí me resultó particularmente adecuado” … “Pero vamos, si hemos de reconocer un origen en el modelo español [de la organización del sistema de trasplantes] yo diría que es el País Vasco”.
Aquí es cuando es imprescindible agradecer a todos los profesionales de la salud vascos (empezando por el Dr. Aranzabal, coordinador de trasplantes de la CAV) el trabajo que durante todos estos años han realizado y que, como vemos, sirvió de modelo para la ONT española e, indirectamente, por tanto, para otras muchas organizaciones de trasplantes del mundo.
Y agradecérselo también a quienes tuvieron antes y mantienen hoy el impulso político para que nuestro sistema de salud siga funcionando de la mejor manera posible y vaya mejorando más y más cada día.
Sin descanso ni autocomplacencia, pero con el orgullo del trabajo bien hecho.
"Pues...guárdate de los politicos".
Un periodista pregunta:
“¿Si Usted le tuviera que dar un consejo a su sucesor, que le diría?”
“Pues, eh … guárdate de los políticos”
El entrevistador soltó una significativa carcajada, ante la inesperada ocurrencia del entrevistado.
Vuelvo de Madrid. Voy en el coche y,
como casi siempre, hago “zapping radiofónico”, para encontrar algo más que futbol.
La entrevista es al Dr. D. Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, a punto de jubilarse y abandonar su actividad.
Un curioso consejo ese de "guardarse de los políticos", cuando, poco antes, el mismo doctor recordaba que la ONT surgió en 1989 porque “…la carencia de trasplantes fue lo que llevó al entonces Ministro de Sanidad, García Vargas, a pensar que hacía falta algo, no sabía muy bien qué, pero algo, que sirviese de revulsivo a aquella situación y por eso fue la creación de la ONT…”
La respuesta sobre los políticos es, cuando menos, una incoherencia, en formato de chiste fácil y chabacano, que obvia las intenciones del entonces ministro y hace flaco favor a la propia ONT, convirtiendola prácticamente en una iniciativa de alguien que pasaba por allí.
Es curioso (y demasiado habitual) ver como las cosas buenas, las iniciativas de éxito, siempre son huérfanos de “madre y padre políticos” y parece que surgieron de la nada, por generación espontánea.
Parece que pasa con la ONT, pero también nos pasa con Osakidetza, con la Ertzaintza, con el Guggenheim, con el Metro de Bilbao, con EiTB, con la importancia de la escuela pública en el desarrollo y la implantación del euskera en nuestra sociedad y con muchas otras cosas.
Pero, aunque la generalización es obscena, en parte tampoco le falta razón al Dr. Matesanz.
Porque hablando precisamente de la ONT, me viene a la memoria un capítulo de esos que podrían hacer valida la chanza del doctor.
En mayo del año pasado propuse en el Pleno del Senado, en nombre del Grupo Vasco, la creación de una Organización Estatal de Enfermedades Raras, para poder atender a estos enfermos y a sus familias en red, no solo estatal, sino incluso europea. Algo parecido a la ONT.
La iniciativa no salió adelante, por el bloqueo del ministro de sanidad, Alfonso Alonso, y el consiguiente voto en contra del Grupo Popular, que, una vez más, se quedó solo en su negativa.
Hay que cuidarse de esos políticos sin criterio propio, que no ven más allá de lo que les aconseja el asesor técnico de turno, a quienes les importa un higo las necesidades de la gente ni lo pactado previamente y que no quieren meterse en líos “para cuatro días que voy a estar”.
Si. Hay que cuidarse de ellos.
Pero generalizar como lo hizo Matesanz es una broma de mal gusto, con el único objetivo de intentar caer simpático a la audiencia; de ir de “anti-sistema”, cuando uno mismo forma parte esencial del “sistema”.
Algo que, en sí mismo, solo puede ser negativo para el propio sistema de salud.
Espero de verdad que el sucesor de Matesanz no haga caso a tan lerdo consejo.
Como si de un plato de “cerdo agri-dulce” se tratara, me quedo, en cambio, con otra parte de la entrevista, que quiero traer a este texto, porque es de justicia y de mucho valor, viniendo de quien viene y más después de haber oído lo anterior.
Explicaba el Dr. Matesanz que “lo que se trataba de hacer [en 1989] era coger lo mejor que había en una serie de comunidades … pero el modelo del País Vasco, un modelo que había desarrollado el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza a raíz de sus transferencias, la verdad es que a mí me resultó particularmente adecuado” … “Pero vamos, si hemos de reconocer un origen en el modelo español [de la organización del sistema de trasplantes] yo diría que es el País Vasco”.
Aquí es cuando es imprescindible agradecer a todos los profesionales de la salud vascos (empezando por el Dr. Aranzabal, coordinador de trasplantes de la CAV) el trabajo que durante todos estos años han realizado y que, como vemos, sirvió de modelo para la ONT española e, indirectamente, por tanto, para otras muchas organizaciones de trasplantes del mundo.
Y agradecérselo también a quienes tuvieron antes y mantienen hoy el impulso político para que nuestro sistema de salud siga funcionando de la mejor manera posible y vaya mejorando más y más cada día.
Sin descanso ni autocomplacencia, pero con el orgullo del trabajo bien hecho.
“¿Si Usted le tuviera que dar un consejo a su sucesor, que le diría?”
“Pues, eh … guárdate de los políticos”
El entrevistador soltó una significativa carcajada, ante la inesperada ocurrencia del entrevistado.
Vuelvo de Madrid. Voy en el coche y,
como casi siempre, hago “zapping radiofónico”, para encontrar algo más que futbol.
La entrevista es al Dr. D. Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, a punto de jubilarse y abandonar su actividad.
Un curioso consejo ese de "guardarse de los políticos", cuando, poco antes, el mismo doctor recordaba que la ONT surgió en 1989 porque “…la carencia de trasplantes fue lo que llevó al entonces Ministro de Sanidad, García Vargas, a pensar que hacía falta algo, no sabía muy bien qué, pero algo, que sirviese de revulsivo a aquella situación y por eso fue la creación de la ONT…”
La respuesta sobre los políticos es, cuando menos, una incoherencia, en formato de chiste fácil y chabacano, que obvia las intenciones del entonces ministro y hace flaco favor a la propia ONT, convirtiendola prácticamente en una iniciativa de alguien que pasaba por allí.
Es curioso (y demasiado habitual) ver como las cosas buenas, las iniciativas de éxito, siempre son huérfanos de “madre y padre políticos” y parece que surgieron de la nada, por generación espontánea.
Parece que pasa con la ONT, pero también nos pasa con Osakidetza, con la Ertzaintza, con el Guggenheim, con el Metro de Bilbao, con EiTB, con la importancia de la escuela pública en el desarrollo y la implantación del euskera en nuestra sociedad y con muchas otras cosas.
Pero, aunque la generalización es obscena, en parte tampoco le falta razón al Dr. Matesanz.
Porque hablando precisamente de la ONT, me viene a la memoria un capítulo de esos que podrían hacer valida la chanza del doctor.
En mayo del año pasado propuse en el Pleno del Senado, en nombre del Grupo Vasco, la creación de una Organización Estatal de Enfermedades Raras, para poder atender a estos enfermos y a sus familias en red, no solo estatal, sino incluso europea. Algo parecido a la ONT.
La iniciativa no salió adelante, por el bloqueo del ministro de sanidad, Alfonso Alonso, y el consiguiente voto en contra del Grupo Popular, que, una vez más, se quedó solo en su negativa.
Hay que cuidarse de esos políticos sin criterio propio, que no ven más allá de lo que les aconseja el asesor técnico de turno, a quienes les importa un higo las necesidades de la gente ni lo pactado previamente y que no quieren meterse en líos “para cuatro días que voy a estar”.
Si. Hay que cuidarse de ellos.
Pero generalizar como lo hizo Matesanz es una broma de mal gusto, con el único objetivo de intentar caer simpático a la audiencia; de ir de “anti-sistema”, cuando uno mismo forma parte esencial del “sistema”.
Algo que, en sí mismo, solo puede ser negativo para el propio sistema de salud.
Espero de verdad que el sucesor de Matesanz no haga caso a tan lerdo consejo.
Como si de un plato de “cerdo agri-dulce” se tratara, me quedo, en cambio, con otra parte de la entrevista, que quiero traer a este texto, porque es de justicia y de mucho valor, viniendo de quien viene y más después de haber oído lo anterior.
Explicaba el Dr. Matesanz que “lo que se trataba de hacer [en 1989] era coger lo mejor que había en una serie de comunidades … pero el modelo del País Vasco, un modelo que había desarrollado el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza a raíz de sus transferencias, la verdad es que a mí me resultó particularmente adecuado” … “Pero vamos, si hemos de reconocer un origen en el modelo español [de la organización del sistema de trasplantes] yo diría que es el País Vasco”.
Aquí es cuando es imprescindible agradecer a todos los profesionales de la salud vascos (empezando por el Dr. Aranzabal, coordinador de trasplantes de la CAV) el trabajo que durante todos estos años han realizado y que, como vemos, sirvió de modelo para la ONT española e, indirectamente, por tanto, para otras muchas organizaciones de trasplantes del mundo.
Y agradecérselo también a quienes tuvieron antes y mantienen hoy el impulso político para que nuestro sistema de salud siga funcionando de la mejor manera posible y vaya mejorando más y más cada día.
Sin descanso ni autocomplacencia, pero con el orgullo del trabajo bien hecho.
sábado, 9 de julio de 2016
Fórmula de Gobierno de España A+B+C+D = 0
Esta fórmula parece imposible en sí misma, porque si no hay gobierno no hay oposición.
"C'a cual es c'a cual", pero si el PSOE no piensa apoyar a Rajoy, el resto de partidos tampoco tiene más obligación hacerlo. Y ademas no es previsible que lo hagan.
Pensar lo contrario y enrocarse en ello, sin presentar ninguna alternativa de compromiso propio, es simplemente producto de una ilusión o de un deseo inconfesable.
Tras los comentarios de los “notisieros” del mediodía, me ha venido a la cabeza uno de los fragmentos de mi intervención en el mitin en Santurtzi, el jueves anterior a las elecciones:
“Lo vivido estas últimas semanas, nos tienen que servir para evidenciar algunas cosas importantes…
Una de ellas es muy evidente: los políticos españoles le han perdido el respeto a la ciudadanía.
¡¡ Y a la democracia !!
La fórmula es fácil: ¿No nos gusta lo que ha dicho el pueblo en las urnas?
Pues forzamos unas nuevas elecciones y así hasta que nos guste el resultado.
Por eso estamos de nuevo en campaña.
Y la pregunta es: “¿va a servir para algo?
Si analizamos lo que los cuatro partidos españoles han dicho en esta campaña resulta que:
A no va a apoyar ni a B, ni a C, ni a D, ni ninguna de sus combinaciones posibles. Lo de estos es “O conmigo o contra mí”.
B no va a apoyar ni a A, ni a C y está aterrorizado y paralizado por la posibilidad del “sorpasso”.
C no va a apoyar ni a A ni a D y se quiere merendar a B.
Y D no va a pactar ni con A ni con C y pone a parir a B, con quien tenía un pacto hasta hace cuatro telediarios.
Conclusión: A+B+C+D= 0
Cero gobierno.
Cero en honradez, cero en respeto a la ciudadanía, cero en voluntad de acuerdo y cero en democracia.
Cero patatero.
Ni Cantinflas lo podría liar más.
Estos no quieren gobernar.
Lo que quieren es mandar, pero solitos…A la vieja usanza.”
En eso estamos. A+B+C+D=0
Y además ahora la culpa de que no haya gobierno se la quieren endosar a elementos que no son sustanciales en la ecuación.
En los tiempos de la fallida investidura de Pedro Sanchez, allá por marzo, nadie quería mojarse para formar gobierno.
Unos por unas causas y otros por otras.
Al fin y al cabo, la disyuntiva era clara:
1.- esforzarse en formar gobierno y gobernar en minoría o
2.- no hacer nada, dejar que la situación se pudriera y forzar unas nuevas elecciones.
Paradójicamente, si se hubiera dado el primer caso, aquellos que pactaran iban a sufrir las consecuencias electorales de mal-gobernar, atados de pies y manos.
En cambio, con la segunda opción, todos eran responsables de la situación y todos perdían, por lo que, en realidad, parecía que no perdía nadie.
Solo parecía. Porque las cosas no han ido como se esperaba y algunas sonrisas se han quedado petrificadas mientras los ciudadanos volvían a apostar mayoritariamente por el PP.
¿Y ahora?
El día 19 de julio conformaremos las dos Cámaras de Cortes Generales.
El rey volverá a hacer su papelón de “bueno para nada” y se reanudaran las tácticas de mareo y postureo.
Y me temo que la fórmula de gobierno A+B+C+D=Xg se va complicando cada vez más…
viernes, 1 de julio de 2016
La “Little Bighorn” de la Complutense
Su objetivo era alcanzar la presidencia de su nación, pero ese sueño llego a su fin un 26 de junio.
Además de lucir una larga melena y una cuidada y calculada manera de vestir, cuentan las crónicas que era considerado un personaje mediático de la época, pues entendía el valor de unas buenas relaciones públicas y sabía utilizar los medios de comunicación en su beneficio. Incluso invitó a corresponsales de prensa para que le acompañasen en sus campañas.
Trató de coordinar diferentes confluencias en la batalla, que esperaba que le fuera a dar el empuje definitivo en sus aspiraciones, pero su fama de “buscaglorias” le hizo infravalorar e infrautilizar la ayuda de otras formaciones, que le podían aupar en su victoria, por temor a ver eclipsada su propia estrella.
Todo ello sumado a un tufillo mesiánico y a un exceso de confianza en sus fuerzas y, sobre todo, a cierta soberbia que le llevaba indefectiblemente a minusvalorar y despreciar a sus enemigos, a quienes quería desplazar y sustituir en los “territorios” en los que estos se habían desenvuelto durante mucho tiempo.
Hablamos, como ya os habéis imaginado, del famoso General Custer (George Armstrong Custer).
Fue el segundo general más joven en la historia del ejército norteamericano (esto de ser de los generales mas jóvenes siempre trae mal fario: Franco, por ejemplo), aunque, en realidad, cuando comandó el Séptimo de Caballería en la mítica batalla de Little Bighorn (Montana), no era general, sino teniente coronel, porque había sido degradado por algunas golferías previas (no en vano, el tipo ya había sido el último de su promoción en West Point, sobre todo por su afición al güisqui).
Batalla que tantas veces hemos visto en el cine y en la tele los sábados por la tarde, en la que murió el propio Custer y que es considerada una de las mayores derrotas del ejército norteamericano.
El pasado domingo, 26 de junio, se cumplieron exactamente 140 años del fin de aquella luctuosa batalla en la que “Cabello largo”, cayó muerto y su ejército fue derrotado por varias tribus indígenas, agrupadas bajo el mando del gran jefe sioux, “Caballo Loco”.
No me preguntéis por qué he escrito este texto.
A lo mejor, simplemente ha sido una asociación de ideas basada en los pelos largos.
Lo único que no acompaña al relato es que quien derrotó a Custer fuera “Caballo Loco” (jefe de los sioux oglata).
A estos efectos, hubiera sido más “poético” que el contrincante hubiera sido “Toro Sentado” (líder de los sioux lakota y también protagonista de la "Black Hills War").
“Toro Sentado” frente a “Cabello largo”…y gana el sentado.
En cualquier caso, siempre nos puede servir para recordar que ni el Séptimo de Caballería, autoproclamado infalible salvador de la civilización, resultaba siempre victorioso, a pesar de sus casacas azules y sus cuchillos largos, galopando altivo a toque de corneta.
Además de lucir una larga melena y una cuidada y calculada manera de vestir, cuentan las crónicas que era considerado un personaje mediático de la época, pues entendía el valor de unas buenas relaciones públicas y sabía utilizar los medios de comunicación en su beneficio. Incluso invitó a corresponsales de prensa para que le acompañasen en sus campañas.
Trató de coordinar diferentes confluencias en la batalla, que esperaba que le fuera a dar el empuje definitivo en sus aspiraciones, pero su fama de “buscaglorias” le hizo infravalorar e infrautilizar la ayuda de otras formaciones, que le podían aupar en su victoria, por temor a ver eclipsada su propia estrella.
Todo ello sumado a un tufillo mesiánico y a un exceso de confianza en sus fuerzas y, sobre todo, a cierta soberbia que le llevaba indefectiblemente a minusvalorar y despreciar a sus enemigos, a quienes quería desplazar y sustituir en los “territorios” en los que estos se habían desenvuelto durante mucho tiempo.
Hablamos, como ya os habéis imaginado, del famoso General Custer (George Armstrong Custer).
Fue el segundo general más joven en la historia del ejército norteamericano (esto de ser de los generales mas jóvenes siempre trae mal fario: Franco, por ejemplo), aunque, en realidad, cuando comandó el Séptimo de Caballería en la mítica batalla de Little Bighorn (Montana), no era general, sino teniente coronel, porque había sido degradado por algunas golferías previas (no en vano, el tipo ya había sido el último de su promoción en West Point, sobre todo por su afición al güisqui).
Batalla que tantas veces hemos visto en el cine y en la tele los sábados por la tarde, en la que murió el propio Custer y que es considerada una de las mayores derrotas del ejército norteamericano.
El pasado domingo, 26 de junio, se cumplieron exactamente 140 años del fin de aquella luctuosa batalla en la que “Cabello largo”, cayó muerto y su ejército fue derrotado por varias tribus indígenas, agrupadas bajo el mando del gran jefe sioux, “Caballo Loco”.
No me preguntéis por qué he escrito este texto.
A lo mejor, simplemente ha sido una asociación de ideas basada en los pelos largos.
Lo único que no acompaña al relato es que quien derrotó a Custer fuera “Caballo Loco” (jefe de los sioux oglata).
A estos efectos, hubiera sido más “poético” que el contrincante hubiera sido “Toro Sentado” (líder de los sioux lakota y también protagonista de la "Black Hills War").
“Toro Sentado” frente a “Cabello largo”…y gana el sentado.
En cualquier caso, siempre nos puede servir para recordar que ni el Séptimo de Caballería, autoproclamado infalible salvador de la civilización, resultaba siempre victorioso, a pesar de sus casacas azules y sus cuchillos largos, galopando altivo a toque de corneta.
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