viernes, 1 de julio de 2016

La “Little Bighorn” de la Complutense

Su objetivo era alcanzar la presidencia de su nación, pero ese sueño llego a su fin un 26 de junio. 
Además de lucir una larga melena y una cuidada y calculada manera de vestir, cuentan las crónicas que era considerado un personaje mediático de la época, pues entendía el valor de unas buenas relaciones públicas y sabía utilizar los medios de comunicación en su beneficio. Incluso invitó a corresponsales de prensa para que le acompañasen en sus campañas.

Trató de coordinar diferentes confluencias en la batalla, que esperaba que le fuera a dar el empuje definitivo en sus aspiraciones, pero su fama de “buscaglorias” le hizo infravalorar e infrautilizar la ayuda de otras formaciones, que le podían aupar en su victoria, por temor a ver eclipsada su propia estrella.
Todo ello sumado a un tufillo mesiánico y a un exceso de confianza en sus fuerzas y, sobre todo, a cierta soberbia que le llevaba indefectiblemente a minusvalorar y despreciar a sus enemigos, a quienes quería desplazar y sustituir en los “territorios” en los que estos se habían desenvuelto durante mucho tiempo.

Hablamos, como ya os habéis imaginado, del famoso General Custer (George Armstrong Custer)
Fue el segundo general más joven en la historia del ejército norteamericano (esto de ser de los generales mas jóvenes siempre trae mal fario: Franco, por ejemplo), aunque, en realidad, cuando comandó el Séptimo de Caballería en la mítica batalla de Little Bighorn (Montana), no era general, sino teniente coronel, porque había sido degradado por algunas golferías previas (no en vano, el tipo ya había sido el último de su promoción en West Point, sobre todo por su afición al güisqui).
Batalla que tantas veces hemos visto en el cine y en la tele los sábados por la tarde, en la que murió el propio Custer y que es considerada una de las mayores derrotas del ejército norteamericano. 
El pasado domingo, 26 de junio, se cumplieron exactamente 140 años del fin de aquella luctuosa batalla en la que “Cabello largo”, cayó muerto y su ejército fue derrotado por varias tribus indígenas, agrupadas bajo el mando del gran jefe sioux, “Caballo Loco”.
No me preguntéis por qué he escrito este texto.
A lo mejor, simplemente ha sido una asociación de ideas basada en los pelos largos.
Lo único que no acompaña al relato es que quien derrotó a Custer fuera “Caballo Loco” (jefe de los sioux oglata). 
A estos efectos, hubiera sido más “poético” que el contrincante hubiera sido “Toro Sentado” (líder de los sioux lakota y también protagonista de la "Black Hills War").

“Toro Sentado” frente a “Cabello largo”…y gana el sentado.

En cualquier caso, siempre nos puede servir para recordar que ni el Séptimo de Caballería, autoproclamado infalible salvador de la civilización, resultaba siempre victorioso, a pesar de sus casacas azules y sus cuchillos largos, galopando altivo a toque de corneta.


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